Su primera presentación se realizará mañana (20 de julio del 2018) en el auditorio del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (Cidap), en El Barranco del río Tomebamba, en Cuenca. Desde hace un mes, 35 alumnos aprenden guitarra popular.
El alfarero cuencano Néstor Pacheco aprendió las técnicas ancestrales de este oficio de su abuelo y su padre. Pero dejó de elaborar piezas utilitarias como ollas y platos y optó por la línea decorativa.
La práctica de la alfarería ancestral es una labor que ha perdurado en la familia Vargas, de generación en generación. La actividad es el sustento de esta familia que con técnicas artesanales, elabora objetos de barro que se comercializan en Guayaquil.
La ancestral tradición alfarera de Samborondón sobrevive de la mano de la familia Vargas. En este cantón, ubicado a 35 km de Guayaquil, funcionan los talleres de los hermanos Walter y Fernando, quienes aprendieron a moldear el barro de su padre, José Vargas.
Los humanos del Neolótico en el Sahara, entonces una sabana, ya procesaban y cocinaban plantas para alimentarse hace 10 200 años y lo hacían en vasijas de barro, según un estudio publicado hoy, lunes 15 de diciembre, por Nature Plant.
Las tradiciones y costumbres de la Costa se recuperan en la Finca Sarita, en Calceta. Allí las hermanas Cuzme se dedican a enseñar a la comunidad sobre una práctica que estaba quedando en el olvido.
La labor diaria de los artesanos de Jatumpamba, Pacchapamba y Olleros, sitios ubicados en el cantón cañarense de Azogues, es amasar el barro, sentir su textura y darle forma. A diferencia de otros, ellos elaboran las ollas de cerámica sin utilizar tornos.
La comuna Valdivia, en la provincia de Santa Elena, guarda pocos vestigios del legado alfarero de su cultura ancestral. La migración, la falta de recursos y la modernización obligaron a que los pobladores cambiaran su actividad productiva. Ahora la mayoría de ellos se dedica a la zapatería.
José Encalada tiene 81 años y desde que tenía 14 se dedica a la alfarería, en el barrio Convención del 45 de Cuenca, que antes se conocía como Las Ollerías. Sus hijos Iván y Yolanda ayudan en su taller, al igual que Santos Cárdenas, tal vez el último de sus alumnos.
La arcilla da vida a la comunidad kichwa de Tunibamba, cantón Cotacachi, Imbabura. En esta parcialidad rural, de 600 habitantes, están instalados 32 hornos de leña en los que se elaboran ladrillos y baldosas.
Los alfareros de La Pila, cantón Montecristi en Manabí probaron sus destrezas en el manejo de la arcilla en la V edición del concurso de Réplicas Arqueológicas Precolombinas que se realizó fin de semana.
Si bien la hipótesis no se confirma, sí se refuerza. Unas diminutas piezas de cerámica, que tienen cerca de 600 años de antigüedad, son claves para determinar si el origen de Huayrapungo, una comunidad cañarense, ubicada junto al complejo arqueológico de Ingapirca, está en Perú o en Bolivia.
Los alfareros de este cantón guayasense heredaron esta actividad de los Guancavilcas, quienes eran agricultores, pescadores y cazadores, que también practicaban la alfarería. Guayaquil es la ciudad que más demanda estos productos de barro.
Sus mayores clientes ya no son los habitantes del sector agrícola guayasense o los dueños de restaurantes. La producción de los tradicionales alfareros de Samborondón ahora tiene su destino en el Mercado de Flores de Guayaquil.
El cantón azuayo de Chordeleg, conocido por su joyería, también ofrece otras artesanías como la alfarería. La familia Loja Guzmán elabora con barro figuras indigenistas en miniatura que atraen al turista.