A pesar de la adversidad, Agustín Delgado no deja de sonreír. Abrazado de su madre, Anatolia Chalán, el futbolista abandonó a las 13:10 de ayer la Intendencia General de Policía, de Imbabura.Desde las 11:25, el goleador histórico de la Selección, enfrentó una audiencia de juzgamiento por presunto escándalo público. Un día antes fue apresado en las puertas del Comando de Policía de Imbabura, tras un altercado con varios agentes que le impidieron llevarse a la fuerza un parte policial, en torno a la detención de su hermano Patricio.
Varios familiares, amigos y periodistas los esperaban con atención a las afueras de la Intendencia. Mientras se desarrollaba la audiencia, su madre, que vestía una blusa lila, falda crema, sombrero de paja y zapatos negros, lloraba desconsoladamente. Anatolia Chalá esperaba sentada en una banca, al ingreso de la oficina donde fue juzgado el octavo de sus nueve hijos.
El intendente Patricio Cervantes decidió que la infracción fue mínima y levantó la sanción contra Agustín Delgado. De esta manera el delantero dribló una de las dos acusaciones en su contra.
Sin embargo, tuvo que retornar en un patrullero al Centro de Detención Provisional (CDP), de Ibarra, en espera de que se solucione otra demanda en su contra que se ventila en el Juzgado Duodécimo de la Niñez y la Adolescencia de Pichincha.En esa dependencia judicial Maritza Pavón Chalá, hermana del futbolista Cléver Chalá, presentó una querella asegurando que Delgado le adeuda USD 9 000, por concepto de pensión de alimentos de una hija que tuvo con el afamado deportista hace 17 años.
Minutos antes de abandonar la Intendencia, Agustín Delgado reconoció la deuda. “Efectivamente me descuidé de pagar (los USD 900 mensuales) a la señora Maritza. Obviamente tengo que cancelar esa deuda. Mi abogado está tramitando el pago en este momento. A mí me preocupa mi salud a ella su plata”.
Sentado tras un escritorio de la Intendencia, el deportista de 36 años hablaba tranquilamente. Por momentos sonreía. Aseguró que espera solucionar lo más pronto posible este inconveniente, que surgió porque estuvo enfermo. “Estoy fuera del fútbol casi un año y medio. Además me tocó salir del país para atenderme de la dolencia. Pero, ya estoy bien”.
Ahora su meta es volver a los entrenamientos en las filas del Valle del Chota. Este equipo de segunda categoría es de su propiedad.
El sábado último, precisamente, el Tin jugó durante 45 minutos, contra el Pedernales. Agustín se veía feliz. Estaba inspirado. Inclusive fue el coautor de uno de los dos goles con que ganó el equipo imbabureño.
Pero, mientras se desarrollaba el juego, varios agentes de la Policía Judicial (PJ), de Pichincha, trataron de ingresar a los camerinos, para sorprenderlo. Ellos llegaron con una boleta de detención. Pero, Patricio alertó a su hermano Agustín y lo ayudó a escapar. Esto molestó a los agentes que apresaron a Patricio, acusándole de obstruir con la acción policial. Patricio y Agustín fueron absuelto en la Intendencia.
Sin embargo, hasta el cierre de esta edición, el goleador esperaba que la orden de excarcelación llegue desde Quito. Delgado, quien autorizó el pago a su abogado, estaba seguro de abandonar antes de la noche el CDP. “No ha sido como un hotel cinco estrellas. No funciona ni el baño”, dijo con su sonrisa eterna.
No es la primera vez que Agustín Delgado enfrenta este problema. En el 2004 no pudo viajar a Perú, a cumplir un compromiso con la Selección ecuatoriana de fútbol, porque se le extendió una orden de arraigo para que reconozca a la hija que tuvo con Maritza Pavón Chalá.
Esa vez su hermano Patricio quedó como garante de Agustín, para practicarse los exámenes de ADN que permitirían comprobar la paternidad.