El grupo, integrado por 30 artistas, interpreta yumbos, sanjuanitos, albazos y ritmos latinoamericanos. Foto: José Luis Rosales/EL COMERCIO
Desde hace dos meses, Alan Córdoba se perfecciona para interpretar composiciones musicales con partitura.
Este joven kichwa, vecino de la comuna de San Ignacio, en Cotacachi, Imbabura, aprendió a tocar de oído el rondador,
la quena, la zampoña y la palla.
Ahora, con la Banda Andina de Cotacachi, aprendió la lectura musical. Él es uno de los 30 chicos, de entre 8 y 17 años, que integran esta agrupación regentada por el Municipio.
Los nuevos músicos provienen de varias parcialidades indígenas del cantón. Por ello, tienen facilidad para conectarse con la sonoridad andina, explica Ati Cachimuel, director.
En el grupo resalta la fusión de bandolines, charangos, guitarras, violines con flautas, rondadores, quenas, bombos…
Como varios de sus compañeros, Alan Córdoba heredó de sus familiares la pasión por la música tradicional.
El chico, que viste pantalón, camisa y alpargatas blancas y sombrero habano, aprendió de su padre, Alberto, ya retirado de los escenarios, los secretos para arrancar las notas de las quenas y las pallas.
Una historia parecida tiene Robinson Túquerrez. Tiene 15 años y hace tres hacía los primeros rasgados a la guitarra. Ese es el instrumento musical preferido de su padre, Mario, con quien comparte el gusto por la música kichwa.
La Banda Andina es la invitada principal de los actos más importantes de Cotacachi.
La última presentación del grupo fue durante el reciente feriado. Los artistas juveniles sorprendieron a los turistas que recorrían la calle 10 de Agosto, la principal arteria comercial de este cantón.
El concierto duró 45 minutos y no solo incluyó yumbos, sanjuanitos y albazos, sino también canciones del pentagrama latinoamericano.
Esa es una de las innovaciones que busca aplicar Ati Cachimuel. El maestro y compositor otavaleño, de 31 años de edad, está al frente del conjunto desde mayo último. “Con los instrumentos musicales andinos queremos tocar obras universales”.
La mayoría de integrantes proviene de la zona rural. Es por ello que realizan solo dos ensayos semanales en el Museo de las Culturas, ubicado en la cabecera cantonal.
Los martes y viernes están destinados al ensayo instrumental. Los chicos aprenden los secretos de cuatro instructores. Laura Torosina enseña los instrumentos de viento. En tanto que Carlos Cuásquer está al frente de las guitarras, Andrea Lamo, de los violines, y Cachimuel, de los bandolines.
Este último instrumento es el de mayor influencia en la música de Imbabura. Por eso, Cachimuel comenta que han incluido los tonos altos, del bandolín, en todos los temas.
Por momentos el grupo ha colgado los instrumentos. Sin embargo, desde hace dos años ha tenido continuidad, explica Diego Guzmán, titular de la jefatura de Cultura y Deporte del Cabildo local. Su reto, a partir de ahora, es conquistar los escenarios nacionales.