Los afroamericanos abandonaron a Hillary Clinton en Milwaukee

Un hombre cerca de North Ave y la calle 36 en Milwaukee el 17 de noviembre de 2016, una semana después de que el presidente electo Donald Trump y el vicepresidente Mike Pence ganaran el estado de Wisconsin. Foto: AFP

Un hombre cerca de North Ave y la calle 36 en Milwaukee el 17 de noviembre de 2016, una semana después de que el presidente electo Donald Trump y el vicepresidente Mike Pence ganaran el estado de Wisconsin. Foto: AFP

Un hombre cerca de North Ave y la calle 36 en Milwaukee el 17 de noviembre de 2016, una semana después de que el presidente electo Donald Trump y el vicepresidente Mike Pence ganaran el estado de Wisconsin. Foto: AFP

Los jóvenes desempleados, los comercios poco abastecidos y las fachadas tapiadas dibujan un paisaje desolador en la Avenida Norte de Milwaukee, ciudad donde los afroamericanos no apoyaron a Hillary Clinton como se esperaba y algunos, incluso, votaron por Donald Trump.

Milwaukee es la aglomeración más grande de Wisconsin, estado situado al oeste del inmenso lago Míchigan. Es también la ciudad más dividida desde el punto de vista racial, según un estudio del censo de 2010.

Territorio agrícola y otrora bastión industrial, Wisconsin es la sorpresa más grande de la elección presidencial de 2016. Nadie imaginaba que el estado votaría a Trump, a tal punto que Clinton ni pisó el lugar desde las primarias demócratas y envió a su esposo, el expresidente Bill Clinton, o su hija hacer campaña.

“Probablemente pensó que tenía a Wisconsin en el bosillo”, comenta Ronald Roberts, un afroamericano con anteojos gruesos, mientras sale de la carnicería “Bill the Butcher”. El cartel está gastado por el tiempo.

“No hay que creer que los electores están garantizados porque entonces se quedarán en sus casas”, continúa este jubilado de la industria automotriz.

Es lo que pasó aquí, claramente, según las encuestas de boca de urna. Los habitantes que se cruzan de casualidad en las calles, por donde no pasa ni un solo blanco, lo confirman.

“Para mí, Hillary no es mejor que Trump. Por eso no la voté”, comenta Brittany Mays, una joven empleada de un instituto de belleza.

Suburbios blancos 

En la Avenida Norte se multiplican las parcelas vacías, que testimonian las quiebras, se siente la miseria, el abandono y la segregación. Las casas con ventanas tapiadas evocan el marasmo financiero de familias que lo perdieron todo.

Entre 2008 y 2012, Barack Obama unificó a este electorado tradicionalmente demócrata. Si bien Wisconsin se benefició de un empujón económico tras la Gran Recesión, los afroamericanos de Milwaukee se quedaron fuera de ella.

“Hay mucha gente por ahí, sin trabajo. No hay mucho dinero circulando”, agrega Ronald Roberts.

Prácticamente todos los blancos de Milwaukee se mudaron a suburbios ricos donde, evidentemente, Trump lideró en la campaña.

Los afroamericanos llegaron en los años 60, una época en la que la edad de oro de la industria comenzaba a decaer. Se fueron hacia el norte del centro de la ciudad, mientras que los hispanos se movieron hacia el sur.

Desde entonces, las divisiones raciales se acentuaron. La tasa de desempleo actual de los afroamericanos triplica la de los blancos, y los estudiantes afros tienen el triste récord nacional de deserción escolar.

En el condado de Milwaukee, más del 50% de los afroamericanos de entre 30 y 40 años estuvo preso, y en consecuencia fueron eliminados por mucho tiempo de las listas electorales.

Una reciente ley estableció que para votar hay que presentar un documento de identidad con una foto, una medida que, según las ONG, tiene como objetivo limitar el acceso de las minorías a la elección presidencial.

“En algunos casos, los electores fueron rechazados sin razón alguna”, explica a la AFP Andrea Kaminski, responsable en Wisconsin de la Liga de Votantes Mujeres, una asociación que desplegó 250 observadores el día de la elección.

Muchos más son los que ni siquiera se acercaron a votar.

'Nada para perder' 

“No puedes ni contar el número de personas que ni siquiera intentó votar por la ley sobre el documento de identidad. Pero debe ser mucho mayor que las personas que fueron rechazadas”, explica Kaminski.

“Conozco gente que no tenía documentos de identidad y que no pudo votar. Me parece injusto”, confía Derricka Wesley, empleada de la cadena de supermercados Walmart.

Arruinados por la droga, la violencia, la caída de los precios inmobiliarios y el desempleo, muchos de los habitantes de los barrios del norte de Milwaukee perdieron sus ilusiones, cuenta La Tonya Johnson, una afroamericana electa para un cargo local en Wisconsin.

“La sombría realidad es que ellos no hacen el vínculo entre el voto y la mejora de sus condiciones de vida”, dice, y acusa a Donald Trump de haber socavado aún más el ánimo de los ciudadanos.

“Trump no paró de hablar de la corrupción en la política y de fraude en la elección, así que mucha gente sintió que su voto no cambiaría nada”.

Otros incluso apostaron por el millonario republicano.

“Voté por Trump porque creo que puede crear empleos. Punto”, clama Dennis Johnson, un camionero de 39 años que empezó a trabajar a los 16. “Nos dijo: ¿qué tienen para perder? Eso, para mí, tiene sentido”.

Y agrega: “Miren, este país sobrevivirá a cuatro años de Trump. Ya sobrevivimos a ocho de Obama y a ocho de Bush”.

Suplementos digitales