La posición del señor Cuvi, en su artículo del sábado 21 de julio titulado: Del aborto; me ha dejado perplejo por el simplismo con el que se trata tema tan delicado. Se plantea el problema del aborto clandestino como susceptible de solución a través del aborto, sin tomar en cuenta las causas de fondo. Se quiere asociar al problema con temas netamente religiosos católicos y por tanto como de derecha política, cuando la Doctrina Social de la Iglesia es una doctrina y es apolítica. Finalmente se quiere asociar laicismo con aceptar criterios de una parte de la sociedad. Es correcto hablar de que nadie puede imponer sus convicciones religiosas o políticas, pero este tema, por lo menos por ahora, es cuestión de derechos. Para ello es necesario revisar la norma suprema, que nos guste o no, está en vigencia y debemos respetarla todos, que en sus arts. 11, numeral 2° y 45 establece que los niños deben ser protegidos desde su concepción (según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua es acción y efecto de quedar preñada) es decir desde la singamia). Es deplorable argumentar a favor del aborto que países europeos han incorporado la despenalización del aborto, pues dichas sociedades no son lumbrera de valores morales sino la cuna de valores hedonistas inhumanos.