Facebook

Para algunos es un gran interrogante. Una moda a la que llegaron tarde y no terminan de entender. Para otros es una obsesión cotidiana. El medio ideal para mantener una vida social aunque sea virtualmente saludable, en un mundo donde cada vez hay menos tiempo para el intercambio en carne y hueso. Desde el punto de vista empresarial, Facebook es una historia ‘tipo’ en el vertiginoso mundo de Internet. La creación casi caprichosa de Mark Zuckerberg, un joven de la Universidad de Harvard, que aprovechando el esnobismo y el instinto ‘chusma’ de la especie humana, desarrolló un producto que, a los 28 años, lo ha convertido en una de las personas más ricas del planeta.

La historia de Zuckerberg de por sí es un ejemplo de cuánto han cambiado los paradigmas en la sociedad global del siglo XXI. Proveniente de una familia de clase media de Nueva York, hijo de una psiquiatra y un dentista, desde niño mostró todas las cualidades que en otros tiempos lo hubieran convertido en el objeto de burla preferido de sus compañeros. Estudioso, interesado en los idiomas, la esgrima, los clásicos griegos, y apasionado por la informática. Esa pasión le abrió las puertas de Harvard, donde de manera un tanto tumultuosa (relatado en una excelente película de David Fincher) desarrolló lo que hoy es la red social más popular del planeta, con más de 900 millones de usuarios.

Pero ¿qué es Facebook a fin de cuentas? Nada más que un lugar de encuentro virtual, donde personas (y empresas) pueden abrir un perfil personal, contactarse con ‘amigos’, conversar, intercambiar fotos, videos y todo tipo de información. Algo que hace unos años podía parecer una auténtica estupidez, solo imaginable por algún ‘nerd’ sin vida social. Sin embargo, su éxito deja en claro que apareció en el momento justo para cubrir alguna necesidad nueva en esta sociedad de vida tan acelerada como por momentos alienante. A lomo de esta popularidad, que llevó a que algún economista lo calificara como ‘el monopolio perfecto’, fue que la semana pasada la empresa Facebook Inc. comenzó a cotizar en la Wall Street. Su lanzamiento fue por todo lo alto, con la esperanza que fuera un éxito histórico. Sin embargo, nada salió como parecía.

En los primeros días, las acciones de Facebook cayeron casi un 20%, perdiendo capital por unos USD 9 000 millones. Un fiasco que desató todo tipo de críticas y versiones, pero sobre todo interrogantes sobre cómo una empresa que es paradigma del éxito en el mundo de Internet no consigue trasladar ese suceso al frío mundo de las finanzas. Desde antes de su salida a la Bolsa, ya había muchas dudas sobre la utilidad económica de las redes sociales.

El País, Uruguay, GDA

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