La pesca indiscriminada es un peligro para los 30 000 pescadores artesanales de las caletas y pueblos que se extienden por una franja de 250 km del litoral entre Islilla y Punta Sal. Foto: www.oefa.gob.pe
Ballenas, tortugas y bancos de peces surcan las aguas de una cálida porción de la costa norte del Perú. En paz. Pero la pesca de arrastre, que depreda el océano sin piedad, los amenaza. Para protegerlos, aquí se ubicará una zona reservada: el Mar Pacífico Tropical.
Las ballenas jorobadas son el lado amable de esa zona rica en recursos hidrobiológicos y de potencial turístico. En la otra cara, las embarcaciones piratas o ilegales de arrastre, arrasan con el fondo marino y con la tranquilidad.
“Mi labor es proteger esta zona de la presencia de botes prohibidos por ley, que usan mallas grandes que arrastran a todas las especies sin distinción de tamaño”, dice Justo Bancayán pescador artesanal y guardián del mar, a bordo del modesto ‘Emmanuel‘, navegando a media milla desde la caleta Islilla, a
1 060 km al norte de Lima.
Bancayán es ‘sargento de playa‘, elegido por un millar de pescadores para vigilar que las arrastreras piratas no pesquen en la zona de cinco millas que la ley privilegia a la pesca artesanal. “El arrastre -asegura a sus más de 50 años- ha destruido la reproducción de especies pequeñas, eso es un exterminio, es pesca indiscriminada”, cuenta.
Y no es fácil. A fines de 2015 su bote con tres pescadores casi se hunde mientras patrullaba la zona tras ser embestido por una embarcación arrastrera.
Salvar el ecosistema
La pesca indiscriminada es un peligro para los 30 000 pescadores artesanales de las caletas y pueblos que se extienden por una franja de 250 km del litoral entre Islilla y Punta Sal, en las regiones Piura y Tumbes. Viven desde hace más de un siglo de la pesca tradicional.
Para proteger el ecosistema marino y a quienes viven en armonía con él, organizaciones ambientalistas y de la sociedad civil propusieron al gobierno crear una zona reservada marina.
El proyecto “Zona Reservada Mar Pacífico Tropical” busca preservar 116 mil hectáreas que incluyen cuatro puntos de referencia: los bancos naturales de peces de isla Foca y El Ñuro, la cadena montañosa submarina del banco de Máncora y los arrecifes de Punta Sal, los únicos que posee Perú.
En esa zona se pesca el 70% de especies que se consume en el país, según Naturaleza y Cultura Internacional, una de las ONG que respalda la propuesta. Entre ellos el lenguado y el mero, estrellas de la gastronomía peruana en el cebiche.
“Sería una zona reservada pequeña pero representativa por ser el punto de encuentro de la corriente marina fría o de Humboldt con la corriente cálida de El Niño”, dice el saliente ministro de Ambiente, Javier Pulgar-Vidal.
“El encuentro de estas corrientes también propicia la presencia de ballenas que llegan al apareo, así como la afluencia de tortugas”, agrega.
Perú es uno de los países del Pacífico Sur deficitario en áreas naturales marinas protegidas. Solo el 0,5% del ámbito marino peruano está bajo protección en comparación con el 6,37% de Colombia y el 12,95% de Ecuador, vecinos con quienes comparte las aguas del Pacífico Tropical. La meta fijada para el 2020 por la ONU es de 10%.
“La mayoría de pescadores queremos que se cree la zona reservada”, añade Alberto Jacinto en la caleta El Ñuro, donde uno de los atractivos turísticos es entrar al mar rodeado tortugas gigantes.
Turismo vivencial
“Me apasiona la pesca, pero estoy viendo que disminuye y debo explorar como alternativa el turismo marino o vivencial con actividades como el avistamiento de ballenas y mantarrayas para sumar ingresos para mi familia”, dice Adrián Ramírez, de 23 años y pescador desde los 7 junto a su padre en Punta Sal.
En un día de suerte, un pescador puede conseguir 100 kilos, frente a las dos toneladas de una nave de arrastre. El turismo es un rubro novedoso en esta privilegiada región de la costa peruana cercana a la línea ecuatorial, que goza de sol casi todo el año.
“Esta es una actividad en auge, que en pocos años despegará”, enfatiza Sara Fernández, bióloga marina española, guía en North Shore, firma de ecoturismo. La isla Foca, frente a Islilla, sirve de punto de paso para aves y mamíferos. Se observan lobos marinos, pingüinos de Humboldt, aves como cormoranes, albatros y piqueros de pata azul.
“Nosotros devolvemos los peces pequeños al mar, queremos que se sigan reproduciendo, hacemos pesca sostenible porque queremos seguir pescando”, remata Bancayán.