Además del trabajo de la finca, se realizan proyectos de vinculación con las comunidades aledañas. Foto: Cortesía finca shungo tola.
El nombre de la finca significa ‘Lugar Sagrado del Corazón’ y proviene del kichwa. Para Doris Arroba, permacultora, es más que un nombre. Shungo Tola describe la forma de vida que tienen en este lugar y cómo todas sus actividades se realizan con amor y entrega.
La finca se sostiene de forma autosuficiente a través de la producción agrícola de vegetales y frutas. También tienen animales de granja, fabrican su propio abono y brinda apoyo a la comunidad Ajumbuela, cerca de Chachimbiro, en Imbabura. Los excedentes de su producción se comercializan y también se fabrican cremas y otros biocosméticos.
“Cuando conocí a mi actual pareja, nos dimos cuenta de que ambos queríamos tener un estilo de vida más sano y orgánico”, dice Arroba. Ella y Carlos Álvarez pensaban en algo que les permitiera ser responsables con sus cuerpos y con la naturaleza. Para ello aprendieron técnicas ancestrales de construcción, agricultura orgánica y también permacultura.
Allí tuvieron contacto con la comunidad de Ajumbuela. Los vecinos se interesaron en conocer cómo se mantenían con su propia producción y empezaron a realizar talleres que van desde la creación de un banco de semillas a la fabricación de instrumentos andinos.
En agosto se iniciará un nuevo curso. “Gracias a un convenio con el gobierno local se guiará a los moradores de la comunidad para que tengan sus propios emprendimientos sostenibles”, dice Arroba.
Además del trabajo comunitario, se da información sobre uso de plantas medicinales y los beneficios de consumir alimentos orgánicos y naturales como la miel de abeja. “Las personas de la comunidad vendían sus cultivos para luego comprar alimentos”, recuerdan. Ahora el objetivo es que se sostengan con su producción. “No tiene sentido que compres si lo puedes hacer”.