Tres años de pandemia y encierro fueron suficientes para que la humanidad compruebe lo frágil que es la salud mental y que la depresión es uno de los trastornos mentales que más afecta a la sociedad contemporánea.
Como una forma de romper con los estigmas que hay alrededor de los trastornos mentales y de las personas que los padecen, el pasado lunes, en el Centro Cultural de la Universidad Católica se inauguró la segunda edición de la exposición ‘Entretejidos’.
Como sucedió en la primera edición, que se realizó en 2018, en esta muestra se exhiben trabajos de los pacientes: hombres, mujeres y niños, internados en el Instituto Psiquiátrico Sagrado Corazón, que funciona en el norte de Quito, desde 1971, bajo la dirección de las Hermanas Hospitalarias.
En el montaje participaron estudiantes del último semestre de la licenciatura en Psicología Clínica y estudiantes de la maestría en Psicología Clínica con mención en Psicopatología y Psicoanálisis de la PUCE, bajo la dirección de la docente María Isabel Durango.
Esta profesional aclara que las obras que se exhiben en la muestra no son el resultado de un proceso de arte terapia, sino de la apertura de espacios donde los pacientes fueron invitados, de forma voluntaria, para que realizaran, con total libertad, creaciones con los materiales que les proporcionaba el Instituto Psiquiátrico.
Entretejidos
Lo primero que el visitante se encuentra al entrar en esta exposición en una serie de moldes de plantas de pies de hombres y mujeres hechas en yeso, varios de ellos fragmentados. Se trata de una metáfora sobre el difícil camino que recorren a lo largo de su vida las personas que padecen algún trastorno mental.
A unos pasos de ahí se puede entrar a un espacio sensorial en el que, a través de texturas, un video y un audio, con voces de varios de los pacientes, se intenta representar una alucinación. Al salir hay un puñado de dibujos, de pequeño formato, que fueron exhibidos durante la primera edición.
Dentro del psiquiátrico los pacientes están divididos por unidades. Una de ellas es la de Intervención en Crisis de Varones. Muchos de los que están allí elaboraron máscaras y pequeñas esculturas en plastilina y yeso. Cerca de donde se exhiben sus obras hay una frase de Van Gogh que dice: “El arte es para consolar a aquellos que están rotos por la vida”.
Asimismo, están las obras de la Unidad de Psiquiatría Varones, con pacientes crónicos que viven en esta institución entre 30 y 40 años. Sus dibujos están llenos de figuras de cuerpos humanos donde se destacan ojos de distintas formas y tamaños. En la Unidad de Adicciones Varones, en cambio, la constante en los dibujos es la presencia de trazos relacionados a la figura del padre. “Esa figura, dice Durango, responde a la búsqueda del corte de ese goce excesivo que tienen muchos adictos”.
En esta exposición también se exhiben textos escritos por hombres y mujeres; misivas en las que se dirigen a familiares o conocidos para contarles sobre su cotidianidad y sus sueños. Y dibujos realizados por las personas que están en la Unidad de Intervención en Crisis de Mujeres y en la Unidad Infantil; niños y niñas de 11 años en adelante con algún trastorno.
Entre las obras más impactantes y potentes de esta muestra están las de una joven que sufre alucinaciones auditivas. Una de sus pinturas es un autorretrato en el que aparece con sus órganos puestos sobre una mesa; en otro asoma cubierta con una serie de cadenas incrustadas en su cuerpo.
Para David Moscoso, coordinador de docencia e investigación del Instituto Psiquiátrico, esta muestra permite que los visitantes conozcan lo que pueden hacer personas que han sido estigmatizadas por sus trastornos mentales. “Cualquiera puede tener un problema a nivel mental, pero eso no significa que vaya a perder su capacidad para crear”.
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