Jesús Gómez, manabita de 18 años, baila break dance en el mismo salón donde estudiantes practican danza montubia, motivo de un concurso. Foto: Enrique Pesantes
En una suerte de coliseo en la Casa de la Cultura, núcleo de Manabí, ensayan a un mismo tiempo break dance (cinco jóvenes practican volteretas y contorsiones sobre el piso), y una veintena de colegialas reproduce movimientos sensuales de un baile pop frente a un espejo.
Esas manifestaciones contemporáneas conviven con el agitar de una ronda de polleras verdes y blancas sobre un escenario, donde estudiantes del colegio Nacional Olmedo de Portoviejo marcan el paso de un baile folclórico de la tradición montubia.
El conjunto del colegio olmedino es uno de las ocho agrupaciones que participan en el intercolegial del Primer Festival de Artes Escénicas de la Oralidad Manabita, organizado por la Casa de la Cultura , que se realiza en dos jornadas este viernes y sábado (31 de enero de 2015) en Portoviejo. El objetivo es rescatar entre los jóvenes un patrimonio que se considera en “riesgo de extinción” ante el creciente fenómeno de globalización y “alienación cultural”, según los organizadores.
La institución está abierta a las nuevas manifestaciones, pero según Julio Villacreces, coordinador del festival juvenil, el núcleo de Manabí actúa como una madre manaba, que “apoya más al hijo que está caído” e impulsa las tradiciones orales, la música y danza montubia, el amorfino y el contrapunto. “La idea es sembrar la semilla de nuestra tradición en las jóvenes generaciones”, indica el vocal de la Casa de la Cultura.
Villacreces incluso ve un proceso degenerativo en tradiciones como las del amorfino. Como el montubio es gritón, irreverente y hasta grosero “hay personas que contaminan el amorfino con puro contenido sexista y machista: eso no es amorfino, dejó de ser fino”, indicó. “Se trata de conquistar con elegancia y coquetería”.
Presentación del Colegio Cinco de Junio, en el Primer Festival de Artes Escénicas de la Oralidad Manabita. Foto: Enrique Pesantes
Para Ariel Montes, de 17 años, estudiante del colegio Nacional Olmedo, bailar danza folclórica es una forma conectar con la identidad. Él dice disfrutar de la alegría de los movimientos. “Tratamos de demostrarles a nuestros compañeros que no hay que tener vergüenza de reconocerse como montubio”, indicó.
Jair Mera, de 15 años, estudiante de la Unidad Educativa Fiscal 5 de Junio de Manta, actúo como coreógrafo junto a su profesora. Él indicó que el concurso les permitió a los alumnos apropiarse del folclore desde su propio bagaje y fusionar la estética de la tradición manabita con música como el pasillo y la salsa, como lo mostraron en la presentación de la noche de este viernes.
El concurso tiene la particularidad de evaluar un solo trabajo escénico, un ensamble de hasta 15 minutos que debe incluir canto, danza y teatro, así como la declamación de amorfinos, contrapuntos, chigualos navideños, refranes o dichos propios de la campiña manabita.
Jesús Gómez (18), uno de los jóvenes que este viernes se deslizaba por el piso cabeza abajo en una serie de volteretas, indicó que práctica break dance porque le divierte y cree que nunca sería capaz de bailar danza folclórica. “No me llama la atención, no es que sea algo aburrido , pero creo que no es mi estilo”. Ante la pregunta de si se siente montubio, respondió con un simple: “Bueno en realidad sí, yo también soy montubio”.
Presentación de Schubert Ganchozo en el Primer Festival de Artes Escénicas de la Oralidad Manabita. Foto: Enrique Pesantes