En 16 años, el Ecuador registra 7 050 trasplantes; es un promedio anual de 440. En 2007 comenzó el programa nacional para realizar estas cirugías y, desde entonces, las cifras aumentaron, aunque con cierta lentitud. En 2019, antes de la pandemia, hubo 670 beneficiarios. Fue una de las cifras más altas que alcanzó Ecuador. Pero la crisis del sistema sanitario por el covid hizo retroceder 10 años el programa.
En la actualidad (agosto de 2022), las estadísticas mejoran. Este 2022 van 352 operaciones de enero a julio, entre trasplantes renales, hepáticos, cardíacos, de córneas y médula ósea. Pero estos números aún no se sintonizan con las listas de espera de quienes aguardan por una intervención. En los registros del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células (Indot) hay 1 823 personas en lista de espera por un corazón, un pulmón, un riñón, un hígado o córneas. De ellos, 713 están activos, con análisis médicos aprobados y listos para ir a quirófano.
Especialistas aseguran que las cifras de receptores casi siempre estarán al alza. Y hay razones de fondo por las que estos números no van a un mismo ritmo: la falta de donantes y la falta de más hospitales acreditados para las cirugías. En Ecuador hay 62 unidades médicas activas.
Los procedimientos
En medio del pitido constante de los equipos de hemodiálisis, Daniel Miranda cuenta que desde hace cinco años espera por un trasplante. Lleva un decenio en tratamiento por insuficiencia renal crónica y la pandemia retrasó su esperanza de un nuevo riñón. “Con la pandemia no pude actualizar los exámenes médicos para seguir en la lista de espera. Desde el año pasado comencé el trámite y recién ayer aparezco nuevamente como receptor activo”. Por las complicaciones de su enfermedad, está catalogado como código cero, porque necesita la operación con urgencia.
Hay hospitales públicos y privados acreditados para estos procedimientos. El Hospital Carlos Andrade Marín (HCAM), en Quito, ha sido durante los últimos tres años el único centro público que ha realizado trasplantes renales como efecto de la pandemia. Uno de los principales problemas fue la donación. El HCAM reportaba hasta 28 donantes cadavéricos multiorgánicos cada año. Henry Gaibor, coordinador del área, recuerda que en la pandemia se bajó a menos de uno por millón de habitantes.
“Ahora tenemos una recuperación”, asegura. En 2021 captaron 10 donantes y en 2022 llevan 12. Pero cree que hacen falta estrategias para darle más impulso al programa. Al analizar el costo-beneficio, el trasplante tiene grandes ventajas. Cada mes de hemodiálisis bordea los USD 1 500, sin contar el peso de la incapacidad laboral. Un trasplante renal, incluido un año de seguimiento, está valorado en USD 32 000 más la posibilidad de recuperación social.
Impulso de corazón
El 12 de julio, Jaime Yépez sintió un nuevo latir. Durante años sobrellevó las complicaciones de una insuficiencia cardíaca que lo condujo a una etapa terminal, pero ese día recibió una llamada; había un donante compatible. “He vuelto a vivir”, dijo el día que recibió el alta en el Hospital Luis Vernaza (Guayaquil). Aunque las cifras globales demuestran un avance lento de los trasplantes en el país, la cirugía cardíaca ha cobrado impulso tras la pandemia. El Vernaza, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, ha realizado tres en 2022 y cinco pacientes están en estudio para acceder a la cirugía, dentro de un programa que fue acreditado meses antes de la pandemia.