No van a la escuela por distintas razones. Pero estudian desde sus casas y reciben clases personalizadas. Son los niños de la zona rural que forman parte del Servicio de Atención Familiar para la Primera Infancia (Safpi).
El pasado jueves inauguraron el año académico acompañados de sus padres, como es la metodología de trabajo. El evento especial fue en el coliseo de la Unidad Educativa Sudamericano, de la parroquia rural de Ricaurte, perteneciente a Cuenca.
Niños, padres y docentes jugaron, cantaron, bailaron, saltaron y pintaron. Todo fue diversión y alegría. Erik Fajardo, de tres años y medio, no se soltaba de la mano de su madre, Martha Yanza. Llegaron de la parroquia Nulti.
Movía su cuerpo con su madre y obedecía las órdenes de la parvularia. “Está algo tímido de ver a tantos niños, pero le gusta aprender con las canciones y en el inicial uno avanzó bastante”, dijo Yanza.
Un programa del Ministerio
El Safpi fue implementado en el 2018 por la Subsecretaría Especializada e Inclusiva del Ministerio de Educación (ME). Con la pandemia del covid-19, en el 2020 se detuvo, pero se retomó desde el año anterior.
Atiende a niños de tres y cuatro años que no asisten a un plantel por razones como la falta de escuela en la comunidad, ubicación geográfica, difícil situación económica de los padres, motivos culturales o decisión de los progenitores.
Sara Damián, de 33 años, vive en la comunidad de Macas, a 15 minutos en vehículo de la cabecera parroquial de Quingeo, al sur este de Cuenca. Allí está la Unidad Educativa del Milenio de la localidad.
Pero los USD 100 semanales que gana su esposo como albañil, cuando tiene trabajo, no le alcanzan para costear el transporte de su hija. Por eso, es el segundo año que Marcia Guanuquiza, de cuatro años, se beneficia del programa.
El pasado jueves, durante el evento de inauguración, Marcia llevaba su cabello recogido en dos trenzas, sombrero y vestía como la tradicional cholita cuencana. Sus grandes ojos claros irradiaban felicidad.
Como parte de los juegos, con un pincel, Sara le colocó pintura amarilla en las manitos. Cargando a su último bebé en la espalda, la madre se dio forma para agacharse y hacer que Marcia deje las huellas de sus manos en el papelógrafo ubicado en el piso.
Los padres se involucran todo el tiempo en el aprendizaje de sus hijos. Cuando no está la maestra, ellos tienen la responsabilidad de dedicar tiempo para reforzar los conocimientos y habilidades, explica Joana Abad, coordinadora de la zonal 6 del ME.
Beneficiados en la zonal 6
El pasado jueves asistieron al evento los 980 niños registrados en Azuay, Cañar y Morona Santiago y las 36 parvularias. Pero las maestras siguen en la búsqueda de los niños en las comunidades, explicó Abad.
En Cuenca están en las comunidades de Tarqui, El Valle, Nulti, Quingeo y Ricaurte, que tienen más necesidades educativas.
El objetivo es que no se queden al margen de la educación y prepararlos para el primer año, es decir, con el inicial dos termina esta asistencia escolar.
Pero de allí, el ME registra al menor en el sistema educativo y lo ubica en el plantel más cercano de su residencia. Así comprometen a los padres a mantener a sus hijos en la educación.
Yesly Chillogallo tiene cuatro años y está en inicial dos. María dice que con seguridad “el próximo año irá a la escuela”. Cuando llega Narcisa Tenesaca, la maestra, la sala de su pequeña casa en Quingeo se transforma en un aula.
Los lápices, crayones, tijeras, hojas y otros elementos ocupan la mesa. Mediante canciones, la maestra le enseña los colores, vocales, número, alimentos saludables y valores. Al finalizar, le deja tarea para la siguiente clase”, cuenta María.
Ella considera que es conveniente que este año se aumenten las horas de clases para avanzar y que los niños asimilen mejor las horas que tendrán en la escuela.
Con el Safpi, los menores reciben una hora de clases, dos días a la semana. La preparación sigue el mismo currículo de la educación inicial: desarrollo cognitivo, social, psicomotriz, físico y afectivo, tomando como base su entorno natural y cultural.
Para la docente Isabel Paredes, esta etapa marca el desarrollo físico, emocional y social de los niños. “Se muestran muy abiertos al conocimiento y a aprender a través de la observación del entorno en el que viven”.
A escala nacional más de 500 parvularias han sido contratadas por el Ministerio de Educación para atender a más de 9 000 menores.