Elie Wiesel recibió en 1986 el Premio Nobel de la Paz, un galardón que le fue concedido, según el comité que lo otorgó, porque era “un mensajero de la Humanidad”. Foto: EFE
Elie Wiesel, premio nobel de la paz en 1986 y una de las voces más elocuentes para describir los horrores del Holocausto judío, murió el 2 de julio, en su casa de Nueva York, a la edad de 87 años.
Diversas fuentes próximas al autor de “La Noche” confirmaron en Israel y en Estados Unidos el fallecimiento del sobreviviente de Auschwitz, nacido rumano y quien desde 1955 vivía en la costa este de Estados Unidos, cuya ciudadanía adoptó en 1963.
No se tienen detalles sobre su fallecimiento y quién lo acompañaba en el momento del deceso. Wiesel estaba casado con la austríaca Marion Rose, sobreviviente de Auschwitz como él.
La noticia fue difundida inicialmente en Israel, cuyo primer ministro, Benjamín Netanyahu, calificó a Wiesel como un “artista de la palabra”.
“En la oscuridad del Holocausto, Elie Wiesel fue un rayo de luz y ejemplo de una humanidad que cree en lo bueno del ser humano”, afirmó Netanyahu.
Por su parte, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, recordó que Wiesel representa “el triunfo del espíritu humano frente al rostro del mal”.
Wiesel, nacido en la localidad rumana de Sighet, fue obligado a vivir en un gueto a la edad de 12 años, junto con su familia, y cuatro años después fue trasladado al campo de concentración de Auschwitz.
Pasó después al de Buna Werke, que dependía de Auschwitz, y junto con su padre, Shlomo Wiesel, fue transportado al campo de Buchenwald, de donde fue liberado al final de la II Guerra Mundial.
Los horrores que vivió en los campos nazis fueron la base de su obra más reconocida, “La Noche”, publicada originalmente en francés en 1958 y que ha sido traducida a treinta idiomas.
“Elie Wiesel era más que un escritor venerado. También fue un maestro para muchos de nosotros”, afirmó en un comunicado Ronald S. Lauder, presidente del Congreso Judío Mundial (CJM), que tiene su sede en Nueva York.
“Nos enseñó sobre los horrores de Auschwitz. Nos enseñó sobre el judaísmo, sobre Israel, y cómo no quedar en silencio frente a la injusticia”, agregó Lauder.
Nada más liberado de Buchenwald (su padre, su madre y su hermana menor murieron por la persecución nazi), Wiesel fue acogido en un orfanato de Francia, donde se reunió con dos hermanas mayores que habían sobrevivido.
Estudió en la Sorbonne y dedicó su vida a la literatura y el periodismo, función que le llevó en 1949 a cubrir para un diario francés el surgimiento del estado de Israel.
Pero en 1955 vino a Nueva York como corresponsal en Naciones Unidas y ocho años después adoptó la nacionalidad estadounidense, la primera que tuvo desde que comenzara la persecución nazi de los judíos.
“La Noche” fue seguida por dos obras, “El alba” y “El día”, que formaron una trilogía sobre el holocausto, pero Wiesel alzó también su voz contra genocidios como el de Ruanda o Bosnia, el “apartheid” sudafricano o la “guerra sucia” en Argentina.
Esa voz potente hizo que en 1986 recibiera el Premio Nobel de la Paz, un galardón que le fue concedido, según el comité que lo otorgó, porque Elie Wiesel era “un mensajero de la Humanidad”.
Wiesel, agregó, “ha emergido como uno de los mas importantes líderes espirituales y guías en una etapa en la que la violencia, la represión y el racismo continúan caracterizando al mundo”.
Su activismo contra la violencia lo compartió con el mundo académico, ya que fue profesor de varias universidades de la costa noreste de Estados Unidos, incluida Yale.
Según el presidente del Congreso Judío Mundial, aunque Wiesel era un “hombre de voz suave, su mensaje fue claro y directo”. “Cuando hablaba, tenía algo que decir, y la gente lo escuchaba”, agregó Lauder.
Pocos días antes de su muerte, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció su intención de nombrarlo uno de los integrantes de un consejo de varias personalidades para recordar el Holocausto judío.
Ello a pesar de que varias veces Wiesel alzó su voz, también, contra las posiciones de la Casa Blanca acerca de los asentamientos judíos y el programa nuclear iraní, al que se oponía fervientemente.