Son como el estilista, todos tienen uno que es casi un gurú. En Ecuador, cada familia cuenta con su costurera de confianza, a quien acude cuando hay que hacer pequeños arreglos, para reinventar ropa ya usada o para encomendar vestidos para eventos como graduaciones o bodas.
Denisse Cabrera, socióloga y diseñadora, indica que esta dinámica se mantiene en general en toda Latinoamérica. No se ha perdido porque es una relación en la que el cliente se involucra en el proceso al expresar sus gustos y necesidades.
Como experta en moda, también sabe que esta relación de confianza y de creación colaborativa no es ajena a los diseñadores.
Están especializados en la parte creativa y siguen constantemente los eventos internacionales, pero a la hora de la elaboración, las modistas son las protagonistas.
Para Cabrera, dueña de la marca ecuatoriana Bo Em Atelier, las costureras son las actoras más importantes dentro del proceso de creación.
Una vez realizados los bocetos de una colección, Cabrera se reúne con Esther Delgado, quien ha sido la encargada de confeccionar los diseños de Bo Em Atelier desde el nacimiento de la marca. Juntas realizan las modificaciones necesarias para que el diseño pueda ser elaborado.
Florencia Dávalos se está posicionando desde aproximadamente un año en Quito. La joven diseñadora que le da el nombre a esta marca ganó el primer concurso para diseñadores emergentes creado por Runway, lo que significó una plataforma importante para su carrera.
Durante este tiempo, Fernanda Oña se ha convertido en más que en parte del equipo de la marca, es su amiga. Oña cuenta que trabajar juntas ha sido una experiencia que le ha enseñado mucho y sobre todo la valora por la buena relación que ha entablado con Dávalos.
Lo propio sucede con Valentina Goñi Swimwear, una firma de bikinis que desde hace cinco años ha confiado en la experiencia de las modistas para la elaboración de sus diseños. Al inicio, Goñi mandaba a hacer los trajes de baño a un taller, pero después decidió montarse su propio espacio de trabajo.
María Dolores Chasi y Lupita Valenzuela son quienes elaboran estos ternos de diseños originales. Ambas tenían experiencia en la confección de ropa para el vestir diario, así que aprendieron junto a Goñi cómo trabajar con las telas, que son más resbalosas, y cómo usar las máquinas, que son un tanto diferentes.
Para las tres diseñadoras, dar a conocer a su equipo es parte de su orgullo como marca, por trabajar con artesanos calificados y con procesos respetuosos.