Imagen referencial. La especialista ya recibió sus resultados. Ahora espera el test de sus familiares para saber si se contagiaron o no. Foto: AFP
El domingo 26 de julio del 2020, la doctora Carola Cedillo, infectóloga pediatra, recibió los resultados de la prueba de diagnóstico PCR de un pariente. La persona dio positivo para la nueva cepa de coronavirus, por lo que la especialista empezó a identificar a los allegados con quienes estuvo en contacto. Esto -cuenta- lo hizo para cortar la cadena de contagios, ya que hay familiares con alto riesgo o vulnerabilidad.
“Tenía claro cómo debía proceder (por ser infectóloga y estar activa en el manejo de casos de covid-19). Sin embargo me pareció oportuno dar aviso al sistema de salud pública para dar a conocer los casos y armar cercos epidemiológicos junto al ente de salud pública”.
La médica también tuvo síntomas respiratorios. “Parecía un resfrío común, pero por el contacto directo con el contagiado decidí llamar al 171 (línea habilitada por el Gobierno para la información y atención de sospechosos)”.
La persona del ‘call center’ le preguntó datos, síntomas y si tenía dificultades al respirar. Ella respondió que no, ya que su condición era leve. “La respuesta de la operadora fue: Recuerde lavarse las manos frecuentemente, usar mascarilla y quedarse en su casa”.
Carola insistió en que debían empezar con el rastreo de casos en los núcleos familiares cercanos. La respuesta fue “que podía agendarme una cita para que me atienda un médico general en dos días. Así me valorarían y sabrían que hacer; acepté, de todas formas era una oportunidad de charlar con los colegas de atención primaria. Pero no iba a esperar para cortar la cadena de contagios”.
Inmediatamente -relata- definió el cerco correspondiente. Para ello, llamó a quienes estuvieron con el infectado para que se aislaran y eviten salir de casa. También, “solicité pruebas (un poco más de USD 1 000 en la red privada, entre PCR y anticuerpos) para los fines de rastreo y detección de posibles diagnósticos positivos”.
Pero, la sorpresa más grande se la llevó el día que fue al establecimiento de salud, asignado por el ‘call center‘. “El miércoles 29 de julio fui al centro de salud que me indicó la operadora y me encontré con la sorpresa de que el lugar no está en funcionamiento. Me enviaron a un sitio que se encuentra cerrado desde hace meses o años”.
Ante esta situación, Carola señala que como profesional de la salud hizo lo posible por identificar, rastrear y aislar a los contactos. Sin embargo, se pregunta ¿qué pueden hacer las personas (la gran mayoría) que no saben cómo se procede con el cerco o que no cuentan con los recursos económicos para hacerse las pruebas? o ¿cómo evitan infecciones si nadie les explica las medidas de precaución intradomiciliaria, o peor aún, si el sistema de salud no identifica a los sospechosos?
“Es un círculo vicioso que no va a parar, por lo que se deberían tomar más medidas como el testeo a la población y el seguimiento de casos”.
A la fecha, esta especialista ya recibió sus resultados; no tiene el virus. Ahora espera el test de sus otros familiares para saber si se contagiaron o no.
Este Diario verificó la llamada con el ‘call center’ y se constató que la operadora entregó correctamente la dirección del centro de salud Tomebamba Monay, en la dirección Azogues y Ambato, entre autopista Cuenca-Azogues y av. 24 de Mayo, en la ciudad de Cuenca.
Desde marzo pasado, el Gobierno habilitó el 171, para que brinde información a quienes tienen dudas en torno al covid-19, así como para hacer un triaje o selección de pacientes y agendarles citas vía telemedicina o presenciales.
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