Imagen referencial. Las mujeres madres periodistas enfrentan diferentes desafíos para conciliar la maternidad con su oficio. Foto: Pexels
Son las 05:00. Sofía (nombre protegido) alimenta a su bebé, mientras se alista para iniciar una jornada de coberturas periodísticas en Quito. Afina sus apuntes, toma su libreta y recorre dos horas de camino desde la vivienda de sus padres, en Ibarra, hacia la capital para cumplir con su labor: contar historias. El pequeño permanece en la casa de sus abuelos hasta que su madre regresa por él para llevarlo a su hogar. Aunque el tiempo hace falta, Sofía se da modos para cuidar a sus dos amores: su hijo y el periodismo. Pero, lejos de romantizar la maternidad y el oficio, su situación es un espejo de los retos que implica ser madre y periodista en Ecuador.
El testimonio de Sofía es uno de los 25 recogidos por la periodista y docente ecuatoriana Ana Gabriela Dávila, quien desarrolla una investigación sobre el desafío de informar y maternar a través de experiencias relatadas por mujeres periodistas que ejercen el periodismo en medios de comunicación nacionales.
Aunque ha volcado su vida a la academia, la gran pasión de Dávila, de 39 años, es el periodismo; continuar explorando historias. Entonces, cuando llegó el momento de elegir un tema con el que alcanzará un Doctorado en Ciencias Sociales con mención en Comunicación en la Universidad Nacional de Cuyo de Argentina, volvió a cuando tenía 18 años y apenas comenzaba a escribir, a encontrarse con el oficio de informar. “Yo comencé a escribir y vi el trabajo de las periodistas que eran madres. Observaba cómo en su vida convergían largas jornadas de trabajo, además de la presión de los hijos. Alguna vez me dijeron: ‘Si quieres ser periodista es bien que seas mamá’. Esa frase quedó sonando en mi cabeza desde ese día”, relata.
Dávila, quien además, labora como profesora de la Facultad de Comunicación, Lingüística y Literatura de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, acepta que siempre quiso ser madre. Lo sabía desde que iniciaba sus clases universitarias. Y así fue. Agustín -un niño vivaz, tierno y curioso de 5 años- nació en el 2015 y la vida cambió. “Estaba muy feliz. Él llegó para revolucionarlo todo. Hay una conciencia distinta que se expresa en el día a día y también desmitifica estereotipos sobre lo que significa ser madre y la vida doméstica”, dice. Pero la maternidad también tiene sus claroscuros.
Una tarde, recuerda, llegó a casa exhausta después de una jornada intensa de clases. Todavía pensaba en cuál sería el tema de su investigación y debía concretarlo pronto. Agustín, en cambio, quería jugar con su madre y había mucho que lavar en casa. “Esas situaciones suceden. A mí me enojaba saber que ya venía trabajando mucho y que además venía a trabajar más, porque mi esposo llegaba más tarde y aunque él es una persona equilibrada, sí existen desigualdades que vienen desde una construcción social. Ahí supe que quería contar las historias que viven muchas mujeres todos los días”, rememora.
Luego, recordó una conversación que tuvo con una periodista que decidió no ser madre porque decidió encaminar su vida enmarcada en el oficio. “Ahí supe que mi investigación se enfocaría en la maternidad y el periodismo”, afirma Dávila.
La docente desarrolló 25 entrevistas con mujeres periodistas que hicieran coberturas diarias: noticias, coyuntura, actualidad a escala nacional entre diciembre del 2019 y julio de este 2020. Esa característica responde a las labores de las profesionales que no solo cruzan la ciudad para cubrir una noticia, sino que lo hacen cuándo y en dónde amerite. “Pensamos en las madres de pequeños desde los tres meses hasta los cinco años, que es la primera infancia. Después, lo ampliamos y tenemos mamás que incluso tienen hijos adolescentes”, explica. La muestra, además, contó con participantes de ciudades como Quito, Guayaquil, Riobamba, Tulcán y Cuenca, que laboran en prensa, radio, televisión y medios digitales.
Dávila, junto a otra periodista que colaboró en la investigación, estableció los perfiles y contactó a las profesionales. Uno de los retos, dice la docente, fue fijar los horarios para los diálogos, porque el tiempo de las participantes era reducido. Luego, en marzo último, se decretó la emergencia sanitaria a escala nacional y las dinámicas cambiaron. “La mayoría de entrevistas fueron realizadas durante la pandemia, vía Zoom. Algunas se hacían en horarios inusuales: 06:00 o 22:00, porque eran sus ‘huecos’ para poder atender otras actividades. Pero hacerlo a través de videollamada ayudó porque se abrieron mucho más. Hubo lágrimas y risas”, cuenta.
Luego de las entrevistas, son varios los hallazgos que ahora son analizados por la periodista. Uno de los más importantes -anota- es que las mujeres tienen una “doble presencia”, un concepto laboral en la que las profesionales no solo responden a las demandas del campo laboral, sino también las del trabajo doméstico y familiar de forma simultánea. “Ellas llegan a casa a seguir trabajando luego de jornadas que se extienden hasta las 14 horas”, afirma.
Los relatos, además, evidenciaron que los medios de comunicación cumplen con el Código de Trabajo, aunque existen diferencias referentes a cómo lo hacen. La investigadora explica que el período de lactancia posparto, según el artículo 155, inciso tercero, contempla la reducción de la jornada laboral ocho a seis horas durante un año; para que las otras dos sean empleadas para la lactancia. “Ellas, a veces, no pueden salir para cumplir con esas dos horas por su trabajo. Entonces, vimos que suelen juntar su tiempo de posparto y luego suman las horas. Esto se da a través de un acuerdo entre las partes”, asegura.
Para la periodista, la maternidad ha sido construida socialmente como un limitante para el trabajo y lo ejemplifica. En uno de los relatos, María (nombre protegido) contó que, luego de informar que estaba gestando, su jefa inmediata le dijo que ya no saldría más a la calle y que solo trabajaría desde el escritorio. “Se piensa que ya no puedes hacer la misma labor por tu condición de madre, cuando en realidad sí sucede. De hecho, descubrimos, por medio de los testimonios, que los valores que impulsan el oficio periodístico se intensifican cuando eres madre. Eso es lo que nos han contado; ellas trabajan para crear, de alguna forma, un mundo mejor para sus hijos”, explica.
Hay, además, riesgos inherentes al oficio. Uno de los ejes del trabajo de Dávila también se direcciona a las mujeres periodistas y madres que se dedican al periodismo de investigación. “Una de ellas me contaba que jamás se toma fotos con el hijo y mucho menos la suben a redes sociales porque saben que quien las busca, puede encontrarlas ahí. No son muchas en el país, pero esa labor implica una renuncia por parte de ellas a no tener una vida fuera de esos mundos. Veo, sin duda, que existe una gran pasión y convicción para continuar haciendo periodismo”, dice.
Hay dos preguntas que Dávila realizó durante las entrevistas y que da luces sobre el contexto en el que viven las profesionales: “¿Qué hacen en el tiempo destinado para ellas? y ¿La maternidad cambió en algo su entendimiento sobre el periodismo?”.
La investigadora confiesa que, cuando consultó sobre el tiempo libre, “muchas se reían. Se extrañaban. “De qué tiempo me está hablando”, parecía que pensaban. Y es que es eso; no tiene una vida social. A veces, decían, solo tienen 30 minutos para estar en soledad”, cuenta.
Sobre la segunda respuesta, el 99% respondió que sí, aunque hay sentimientos encontrados. Dávila relata que, en efecto, las periodistas contaron que su idea “de luchar por un mundo más justo se agudiza. Ellas piensan en qué realidad van a dejar a sus hijos. Pero, al mismo tiempo, sienten que no pueden exponerse porque detrás de ellas hay un niño o una niña que deben proteger. Una de ellas dijo: ‘Este es el precio que se paga por hacer lo que uno quiere: ser periodista y mamá’”, señala.
Pero la convicción y el amor al oficio debe afianzarse con políticas de la maternidad y conciliación de la vida familiar y laboral en Ecuador, sobre todo, para evitar que una mujer sea excluida o discriminada por ser madre y garantizar su seguridad, enfatiza Dávila.
Para la periodista ecuatoriana, la investigación -que aún no culmina- también ha afianzado no solo su camino como académica, sino que la ha devuelto a sus raíces periodísticas y, a la vez, le permite reflexionar sobre su propio proceso como madre. Se trata de una elección -dice- que le ha permitido conocerse y encontrarse. Antes de culminar el diálogo con este Diario, confiesa que en julio del 2021 será la madre de un segundo bebé que la impulsa aún más. “Esta investigación nació también cuando parí a mi hijo, cuando me convertí en madre. Hay días buenos y malos. Es desafiante, pero eso hace el amor y por eso me he comprometido a contar las historias de estas mujeres en las que también me veo reflejada”, afirma, antes de continuar con sus clases universitarias.
Ana Gabriela Dávila
Profesora de la carrera de Comunicación en la Facultad de Comunicación, Lingüística y Literatura de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Ha trabajado como periodista y jefa de redacción en medios impresos y digitales dentro y fuera del país. Tiene un Máster en Comunicación y Dirección de empresas informativas por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un diplomado en Género, Cultura e Historia por FLACSO- Ecuador. Actualmente, estudia un Doctorado en Ciencias Sociales con mención en Comunicación en la Universidad Nacional de Cuyo de Argentina. Es mamá de Agustín de cinco años y está esperando su segundo hijo.