La vacuna RTSS es el arma más reciente en la lucha contra la malaria. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó a inicios de este mes su administración generalizada tras los resultados de un programa experimental en el continente africano.
La fórmula se obtiene luego de casi 50 años de estudios. Incluso Ecuador fue parte de los ensayos de una vacuna contra este mal, causado por el parásito plasmodium.
La malaria -o paludismo- es transmitida por mosquitos Anopheles. Algunos de los brotes más alarmantes en el país ocurrieron en la década del 90, con cerca de 200 000 casos; familias enteras fallecieron en Esmeraldas.
El epidemiólogo Jhony Real recuerda que en ese tiempo se aplicó una vacuna preventiva en comunidades esmeraldeñas. Fue desarrollada por el científico colombiano Manuel Patarroyo, pero su uso no fue autorizado.
Desde entonces la estrategia local apunta al diagnóstico precoz -con una gota de sangre para detectar al parásito-, y al tratamiento oportuno. Así se llegó a comunidades fronterizas y zonas rurales de Costa y Amazonía. Real asegura que con ese plan hubo menos de 100 casos durante algunos años.
Cada año la malaria suma cerca de 230 millones de casos en el mundo, un 90% en África, donde mueren 260 000 infantes por la enfermedad. Por eso en el continente más de 800 000 niños han recibido la nueva fórmula antipalúdica desde el 2019 y su aplicación es vista como “un momento histórico”.
La lucha contra el paludismo en América Latina tiene notables avances y marcados retrocesos que se profundizaron con la pandemia de covid-19. Una muestra está en las vacunas: en menos de un año surgieron varias vacunas contra el coronavirus; la de la malaria ha tardado medio siglo.
Según la OMS, los casos han bajado de 1,5 millones en el año 2000 a 900 000 en el 2020. Y desde 2018 Paraguay, Argentina y El Salvador han sido declarados libres de la enfermedad. Sin embargo, Venezuela representa un desafío porque en los últimos 20 años pasó de 35 000 a casi 470 000 reportes. Junto a Brasil y Colombia suma más del 80% de casos en las Américas.
Ecuador estuvo cerca de erradicar la malaria entre 2008 y 2012. En ese tiempo se contaba con recursos del Fondo Mundial de la Lucha contra la Malaria, un flujo que luego “se cortó”, como recuerda el epidemiólogo Real.
Otro factor en contra fue la desaparición del Servicio Nacional de Control de Enfermedades Transmitidas por Vectores (Snem). Sus equipos pasaron a cada distrito de salud. En los últimos seis los reportes van en aumento.
En el 2020, en medio de la pandemia de covid, el Ministerio de Salud registró más de 2 000 casos.
En el país circulan dos de los cuatro parásitos del plasmodium: el vivax y el falciparum -el más mortífero y al que apunta la nueva vacuna-. Las hembras del Anopheles, al obtener sangre para la maduración de sus huevecillos, transmiten el parásito.
Una vez en la sangre, el plasmodium ataca los glóbulos rojos y evade al sistema inmunológico. Sus síntomas clásicos son fiebre, escalofríos y sudoración.
Morona Santiago es la provincia con más casos, particularmente en cantones como Taisha. La epidemióloga Carmen Parra conoce el territorio y asegura las condiciones ambientales y sociales agravan el problema.
Hay grandes espacios con agua estancada que sirven para la producción de peces y que, a la par, son gigantescos criaderos del Anopheles. Las medidas comunitarias, como el uso de toldos impregnados con deltametrina -que se entregan gratuitamente-, no se cumplen.
La pandemia de covid-19 también frenó el combate contra la malaria en el país. William Cevallos, docente investigador del Instituto de Biomedicina de la Universidad Central del Ecuador, es parte de un proyecto de vigilancia activa de dengue y zika. En esa tarea dieron con un brote de paludismo en abril en comunidades chachis, al norte de Esmeraldas.
Los centros de salud locales no estaban abastecidos con cloroquina y otros fármacos que son parte del tratamiento. Tras conseguir la medicina lograron controlar el brote y también realizaron análisis de seguimiento para descartar que la presencia del parásito.
Para Cevallos, la fórmula de diagnóstico, tratamiento y control es efectiva en países como el nuestro, con picos de transmisión en las estaciones lluviosas. El uso de la vacuna, en cambio, es más urgente en territorios de África, con una transmisión intensa todo el año.
Real agrega que es necesario esperar los resultados de la vacunación a mediano plazo, sobre su eficacia y tolerabilidad. Incluso si se realizan pruebas en adultos.
Por ahora se han aplicado más de 2,3 millones de dosis de la nueva vacuna a niños de países africanos; son cuatro dosis desde los 5 meses de edad. Los resultados muestran una disminución del 30% de casos graves y mortales de paludismo.