La maestra Margarita Pombosa, de 69 años, se muestra conforme. Ayer, jueves 28 de julio del 2016 confirmó a EL COMERCIO que ya terminó con su trámite en el Ministerio de Educación, para recibir una compensación económica tras su jubilación.
El monto acordado con la autoridad educativa es de USD 53 100. Aún no conoce cuándo recibirá el monto. “Solo me toca esperar”, asegura la maestra con insuficiencia cardíaca, un problema que le dificultó respirar desde hace cinco años.
Pombosa y la fallecida maestra Cumandá Páez interpusieron una acción de protección contra el Ministerio de Educación, para que se tramite con agilidad la entrega de una compensación económica, tras jubilarse. Esto por sufrir enfermedades catastróficas.
Atrás quedaron los plantones a las afueras del Ministerio de Educación o las audiencias que interpuso para obligar el pago de la compensación económica. Ella ahora piensa en arreglar su casa, que está ubicada en La Ferroviaria, en el suroriente de Quito, y en costear su tratamiento con el dinero que reciba.
Vanesa Calvas, subsecretaria de Desarrollo Profesional del Ministerio de Educación, señaló que así como en este caso, también se envío la documentación de otros docentes al comité interinstitucional. Este organismo revisará la documentación antes de autorizar los pagos. “No tenemos una fecha tentativa porque escapa de nuestra acción”, dijo la funcionaria.
Calvas también habló sobre comentarios de la maestra, quien semanas atrás denunció que desde el Ministerio querían hacerle firmar dos documentos. En el primero le indicaban que iba a recibir USD 43 000, en lugar de 53 000. Calvas expresó que en el cálculo previo “existía un problema en cuanto a ciertas imposiciones que no estaban registradas” y que ya se corrigió.
En el segundo le habrían pedido que renuncie a su derecho de reclamar jurídicamente al llegar a un acuerdo de pago con el Ministerio. La Subsecretaria negó que se haya creado un documento para que la docente renuncie a reclamos posteriores mediante un juicio en caso de sentirse perjudicada. “Estoy en conversación permanente con ella para que se resuelva su caso” dijo.
Mientras los trámites se desarrollan, Pombosa descansa junto a un tanque de oxígeno que le ayuda a respirar durante todo el día. También comparte tiempo con uno de sus cinco nietos y cuenta los días para que ya llegue el sexto.
Otra parte de su día lo dedica a elaborar artesanías. Ella era profesora de arte en la Unidad Educativa Consejo Provincial, en el sur de Quito. Extraña a sus alumnos, a quienes tuvo que dejar por sus dolencias. Ella recuerda que cuando pasó de la jornada vespertina a la matutina, la insuficiencia empeoró. “Madrugaba a las 05:15 para estar en clases antes de las 07:00”.
Ella atribuye la insuficiencia a sus actividades en la niñez. Es la mayor de seis hermanos y tenía que cocinar con carbón el desayuno, el almuerzo y la merienda para todos, incluidos sus padres. “Tantos años frente al carbón y el humo me perjudicaron”.