Estudiar mucho, olvidar lo aprendido son dos de los desafíos para los estudiantes recién llegados a la universidad. Este martes 31 de enero de 2023, le contamos cuáles son las formas más y menos eficaces a la hora de estudiar.
“Hay estudiantes que se esfuerzan tremendamente, pero de manera equivocada y acumulan muchos conocimientos superficiales o declarativos, sin lograr alcanzar un nivel más conceptual”, indica Matthew Bernacki, profesor asociado de la Facultad de Educación de la Universidad de Carolina del Norte (UNC), en Estados Unidos.
Bernacki se dedica a la ciencia del aprendizaje, lo que en la práctica se traduce en ayudar a los estudiantes a rentabilizar al máximo el tiempo y el esfuerzo invertidos en sus estudios.
En su trabajo él explica qué técnicas han demostrado ser más o menos eficaces, según sus propias investigaciones científicas. A continuación, tres de las técnicas habituales que consideran menos eficaces.
Tres técnicas y cómo mejorarlas
1. Releer y subrayar vs. aprendizaje activo
Aunque la lectura y el subrayado de textos son una parte importante del aprendizaje, no suelen ser suficientes para que los alumnos lleguen a dominar el contenido estudiado.
La relectura, en particular, requiere un esfuerzo y un tiempo que no siempre compensan, porque “da una falsa sensación de familiaridad con el contenido”.
“En cuanto al subrayado, hay pruebas contradictorias: si se utiliza (la técnica) como un proceso intencionado, se reflexiona sobre lo que se está subrayando en el texto, se toman notas y se utilizan para avanzar en la estrategia (de estudio), puede ser muy productivo”, dice el investigador, a diferencia de “subrayas sin ningún propósito”
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Aprendizaje “activo”:el Centro de Aprendizaje de la UNC considera la lectura como un paso previo al aprendizaje. Para aprender realmente el contenido, es más eficaz interactuar activamente con él. He aquí algunas ideas del centro para hacerlo:
- Crea preguntas, problemas o “cuestionarios” para que te respondas tú mismo. Es lo que Bernacki denomina “práctica de readquisición” de contenidos.
- Al ponerte a prueba, aumentas tu capacidad de retener el contenido que has estudiado, explica el investigador.
- Explícate el contenido a ti mismo, en voz alta, con tus propias palabras.
- Para contenidos técnicos, como las matemáticas, conviene detallar el problema y los pasos para resolverlo.
2. Estudiar a última hora vs. estudios cortos y pausados
Pasar el día antes de un examen estudiando es una práctica habitual para intentar hacerlo bien. Pero el esfuerzo suele servir sólo para salir bien en ese examen y no para memorizar realmente el contenido.
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Sesiones de estudio cortas y espaciadas: en lugar de estudiar varias horas justo el día antes del examen, merece más la pena realizar sesiones de estudio cortas pero espaciadas a lo largo de varios días sobre el contenido que quieres aprender.
“Lo importante es cómo utilizas tu tiempo de estudio, no la duración del mismo”, dice el director del centro de aprendizaje. “Las sesiones largas provocan pérdida de concentración y, en consecuencia, menos aprendizaje y retención”.
En la práctica, puede que vayas a estudiar el mismo tiempo (o menos) que si lo dejaras todo para el día anterior.
La ventaja es que le dará tiempo a su cerebro para reforzar las conexiones neuronales de ese aprendizaje, que tendrá más probabilidades de convertirse en un recuerdo duradero.
3. Multitarea vs. estudiar en bloque
Ya hay múltiples investigaciones que indican que estudiar con distracciones -por ejemplo, de mensajes de WhatsApp o videos en TikTok- es ineficiente no sólo porque estás dividiendo tu atención, sino porque el propio hecho de estar cambiando continuamente de pantalla o dispositivo te hace perder tiempo y energía.
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La técnica “pomodoro”, o estudiar en bloques: la recomendación de Bernacki para no sufrir distracciones es establecer bloques de estudio. Por ejemplo, marca 35 minutos en el reloj y, en ese periodo, dedícate exclusivamente a estudiar un contenido, desconectándote de todas las distracciones.
Después, tienes cinco minutos para recompensar a tu cerebro con alguna distracción, por ejemplo, tomando un tentempié o consultando tus mensajes. Y luego vuelves para otro bloque de 35 minutos de estudio.
Este método se conoce como “pomodoro”, en referencia a esos aparatos con forma de tomate para contar los minutos. Esta técnica ayuda no sólo a evitar la pérdida de tiempo con distracciones, sino también a mantener el cerebro motivado con la perspectiva de una “recompensa”.
Técnicas efectivas
Con estos cambios de técnicas, los alumnos investigados obtuvieron un 12% mejores resultados que el grupo de control en los exámenes finales del curso.
Otra de las técnica efectivas es La “autorregulación” en el estudio.
Bernacki señala, sin embargo, que no basta con aplicar las técnicas anteriores como si fueran fórmulas mágicas que funcionan en todo momento, sino que hay que identificar qué técnicas son las más adecuadas para cada objetivo de aprendizaje.
“Se trata de analizar la tarea, comprender cuál es el objetivo de aprendizaje, de qué recursos dispongo y elegir la estrategia que se ajuste a ello”, explica.
“A veces el conocimiento es muy concreto y explícito: por ejemplo, un hecho, una definición, una fórmula, que puede estudiarse más brevemente. Pero otras cosas son más complejas, tienen múltiples pasos o requieren una comprensión más conceptual. Son más difíciles de estudiar todos a la vez. Así que tienes que generar tu propio conocimiento y tus propias respuestas y así poder autoevaluarte: ‘¿He entendido bien esto?”.
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