Los audífonos se han convertido en un artículo indispensable durante la actual pandemia de covid-19.
El teletrabajo, la educación virtual y el pasar más tiempo en casa han llevado a un mayor uso de estos dispositivos. Sin embargo, la alta exposición a estos auriculares está causando problemas auditivos y se prevé que jóvenes y niños presenten efectos en el futuro.
María Belén Loyola, otorrinolaringóloga y especialista del Hospital Pablo Arturo Suárez, explica que uno de los principales problemas del uso excesivo de audífonos es la fatiga auditiva. Esta puede conllevar a un trauma a nivel del nervio del oído interno.
Esto implica que los jóvenes que ahora tienen entre 18 y 25 años pueden presentar una pérdida auditiva moderada o severa cuando lleguen a los 40. En condiciones normales, este fenómeno se presenta a partir de los 50 o 55 años.
Maribel Granda cuenta que su hijo de 17 años utiliza los audífonos durante toda la mañana, mientras asiste a sus clases virtuales, y en la tarde y noche se los pone para dedicarse a los videojuegos. Esto le causa dolores de cabeza.
Por eso, esta madre está tratando de limitar el uso de estos aparatos o motiva a su hijo a que escuche a un volumen moderado.
Si bien los traumas no son evidentes ahora, Loyola cuenta que desde que se inició la pandemia ha recibido a más pacientes jóvenes con tapones de cerumen. Entre cuatro o cinco de cada 10 llegan con ese problema cada semana, mientras que antes solo recibía a uno o dos. Además, antes de la pandemia sus pacientes con este malestar eran de la tercera edad.
La especialista lo relaciona con los audífonos, ya que estos presionan el conducto e influyen en que la cera no salga. Si esta se va hacia adentro, causa dolor, sensación incómoda o incluso disminución de audición.
La Organización Mundial de la Salud recomienda descansar 10 minutos después de 60 minutos de uso. Esta misma organización estima que 1 100 millones de jóvenes en el mundo pudieran estar en riesgo de sufrir una pérdida de audición debido a malas prácticas.
José Julio Letort, otorrinolaringólogo del centro ORL de la Unidad de Oído y Vértigo, ubicado en el norte de Quito, explica que la exposición a ruidos fuertes e incluso no tan fuertes, pero por largo tiempo, producirá daños irreversibles en el oído interno.
Si durante una hora está expuesto a 85 decibeles, que es el equivalente al ruido de una cortadora de césped, ya va a tener daños en la audición. En el caso de sonidos más intensos, como el de un avión, basta con exposiciones cortas para sufrir afectaciones.
En el caso de las clases virtuales, el especialista recomienda que en cada pausa los niños o jóvenes se saquen los audífonos para descansar. Uno de los problemas que ha identificado es que en su tiempo libre se colocan estos aparatos para jugar videojuegos.
Para identificar si el sonido es fuerte se pueden usar dos mecanismos: el primero es detectar si el ruido traspasa la barrera de los audífonos y es perceptible para los demás.
La segunda señal de que el sonido es muy alto es cuando el niño que los está usando no logra escuchar a alguien que le habla a una corta distancia.
Los audífonos de inserción son los que pueden ocasionar más problemas a las personas. Letort dice que en este caso no hay fuga de sonido y la fuente de ruido está muy cerca del oído medio e interno. Además, pueden causar problemas como la otitis externa.
El otorrinolaringólogo Esteban Serrano recomienda usar los audífonos conocidos como de casco, ya que no están en el conducto. Estos son útiles para escuchar música o si una persona debe portarlos por largos períodos.
Lo más importante para Serrano es controlar el volumen. En una escala del 1 al 10, no se debe superar el cinco. Si se mantiene a niveles superiores al seis, es muy probable que se presente una pérdida de audición en el futuro.
Los especialistas recomiendan que los padres lleven a sus hijos a chequeos auditivos. Además, deben acudir al médico apenas tengan el primer síntoma, ya sea un zumbido del oído, mareo, dolor o ya noten cambios en su capacidad de escuchar.