No solo son dueños de un vehículo pesado. Además, tienen una particularidad: les apasiona tunearlo.
Son cerca de 110 camioneros que se unieron y formaron Family Truk, un grupo de amigos que comparten su afición por personalizar sus vehículos y que se reúnen para ayudarse a resolver problemas, compartir anécdotas y darse una mano cuando lo necesitan. El sábado pasado se encontraron en la inauguración de la lavadora de autos de uno de ellos, en Calderón, al norte de Quito.
Usualmente se citan los fines de semana porque de lunes a viernes trabajan y salen de la ciudad.
Su vida está en las carreteras, transportando cargas entre provincias y a veces entre países.
Javier Cajamarca es el presidente del club. Tiene 29 años y es dueño de un camión Hino GH, de 13 toneladas, el más grande que hay.
Cuenta que el grupo nació hace más de cinco años y que están trabajando para crear en el Ecuador una cultura alrededor de la competencia ‘tuning’ de estos camiones.
Para pertenecer al club se deben cumplir ciertos requisitos. Por ejemplo, estar en el medio del transporte pesado, es decir, tener un camión. Y, además, estar personalizado, contar con espejos cromados, rompevientos, viseras especiales, luces, entre otros.
Tampoco puede ser socio de ningún otro club. En el país hay cinco clubes de este tipo.
Para ingresar se cancelan USD 20 y reciben una gorra y los sellos distintivos para el camión.
Ese dinero va a un fondo de accidentes. Así, en caso de que alguno de los miembros sufra algún percance, el club colabora con una ayuda. Cuando eso ocurre, también cada uno de los miembros pone una cuota extra de USD 10.
Javier cuenta que hay compañeros que han fallecido en la carretera y el club les ha rendido homenajes póstumos con esos fondos.
Su camión es enorme y, cuando lo enciende, el sonido opaca todo lo que se encuentra alrededor.
En su interior tiene pantallas, adornos, peluches, luces de colores, llaveros y un sistema de audio que hace temblar los asientos.
También cuenta con una cama en la parte de atrás del asiento a la que llama zona de descanso.
Muchas veces debe ponerse a dormir donde le agarre la noche y el sueño. ¿Será cómoda? “Luego de varias horas de manejo es lo mejor acostarse ahí. Nosotros preferimos descansar aquí que en un hotel”, asegura el conductor Javier.
El camión de este profesional del volante resultó ganador de la última presentación en Alóag.
Su automotor es el más llamativo. Lo ha modificado de tal forma que parece un ‘transformer’.
Está modificado y ninguno se le parece. Fernando Carrera, de 36 años, es dueño de un Hino F6 desde el 2017. Su vehículo es el sustento de su hogar. Trabaja transportando carga pesada y pasa entre 12 y 20 horas a bordo de su camión.
Se llama ‘Peluche’ y tiene su historia. Hace cinco años viajó con un compañero a Santo Domingo y cuando llegaron a un comedor se estacionaron y una chica se empezó a acercar al camión gritando: ‘peluche, peluche’, ‘peluche’.
“Yo regresé a ver porque en realidad pensé que me estaba llamando a mí, y le respondí, pero resulta que Peluche, su perrito, estaba debajo del camión. Desde ahí quedé como ‘Peluche’”, cuenta.
Señales amistosas
Entre los camioneros las bocinas son importantísimas. Cuando están en la carretera y se encuentran con algún amigo, la hacen sonar.
También tienen sus propios códigos para comunicarse en caso de alguna situación de peligro. Por ejemplo, encienden las luces por un determinado número de veces.
Es su saludo y una forma de protegerse. Fernando ha invertido cerca de USD 1 500 en estas adecuaciones. En el grupo no hay mujeres dueñas de camiones, pero las esposas de los conductores participan activamente en los eventos. Organizan mañanas deportivas para jugar y hacer deporte y participan con las familias. Lo hacen en el parque de la Mitad del Mundo.
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