Exmiembros del grupo Menudo dicen que en la serie sobre su historia no se habla de exceso de trabajo. Foto: EL COMERCIO
Cuando el 13 de julio de 1985 se aprobó en Puerto Rico la Ley Número 112, para reglamentar la contratación, empleo o utilización de menores de 14 años para trabajar o dedicarse a actividades artísticas o actividades propias del género del espectáculo, esta normativa fue conocida simplemente como la ‘Ley Menudo’.
Para ese entonces, ya habían pasado por las filas de la recordada banda juvenil 15 adolescentes en ese rango de edad. A raíz del estreno de la bioserie del grupo en Amazon Prime Video a mediados de octubre, algunos de ellos criticaron que en el argumento poco o nada se habló de las largas y muchas veces extenuantes jornadas, su forma de sentir al pasar meses separados de sus familias… Y lo que les tocó sufrir.
En medio de todo el material producido y archivado por segmentos de farándula internacionales, llama la atención una respuesta de Ray Reyes a un programa de televisión peruano en el 2019. Reconoce que, si pudiera, volvería a vivir lo que vivió en Menudo entre 1982 y 1985. Pero hoy, que es padre de dos adolescentes, si le propusieran autorizar a su hija a lanzarse como artista en similares condiciones respondería sencillamente “¡ni loco!”.
No es un secreto para nadie que los niños y jóvenes son los nichos más apetecidos por la mercadotecnia. Por eso desde las primeras décadas del siglo pasado, cuando creció el protagonismo del cine en la cultura popular, se volvieron legendarios nombres como Judy Garland y Shirley Temple, que pusieron a soñar a millones de niñas -y a sus padres- con una vida de éxito en las marquesinas.
Muchas jóvenes estrellas han dicho en distintos escenarios y ocasiones que su quehacer en un estudio de grabación o un escenario lo ven como un juego más, y grandes productores de Estados Unidos y España han presumido el respeto a las leyes contra el trabajo infantil en lo que a sus jóvenes estrellas se refiere. En 1987, los creadores de la serie familiar ‘Full House’ contrataron a las gemelas Mary Kate y Ashley Olsen para desempeñar el papel de la bebé Michelle, con la finalidad de cumplir con la norma que estipula el número de horas seguidas que un menor puede estar filmando.
Ryan Kaji, youtuber de nueve años, es una estrella de YouTube.
En España, el sitio web de representación artística Premiere Actors especifica que un niño que trabaje en teatro, cine o televisión no puede trabajar en horarios nocturnos, hacer horas extras o recibir un salario menor al que recibiría un adulto por el mismo trabajo.
Pero más allá de esto, en los informes sobre trabajo infantil de Human Rights Watch o de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) no se encuentra ningún apartado respecto a este segmento de los niños trabajadores que, por deseo propio o de sus familias, tienen que llevar una vida distinta a la mayoría de personas de su edad, con los beneficios y peligros que esto trae. Esto prácticamente invisibiliza a esos que no tendrán tanta fama pero también son artistas, como los jóvenes acróbatas de los circos de pueblo, con pocas posibilidades de recibir una educación formal y difícilmente cuentan con quien haga respetar sus derechos.
Ya en nuestros días, el sueño de fama y gloria a temprana edad saltó al mundo del deporte, si miramos la proliferación de escuelas infantiles de fútbol de los equipos más populares. Claro, a lo mejor el mundo se habría visto privado de los espectaculares goles de Lionel Messi si su padre no hubiera comprometido su futuro con el Barcelona de España cuando el chico tenía apenas 13 años. Y pese al escandaloso juicio al médico del equipo de gimnasia olímpica estadounidense, donde se supo que el galeno abusó sexualmente de decenas de atletas por años, miles de chicas aún sueñan con ser la próxima Simone Biles.
Es complejo convencer a las familias de que no todo es brillo y abultadas cuentas bancarias. El jurista Héctor Húmeres reflexiona en un artículo académico del repositorio de la Universidad de Chile: “El problema es que no todos los padres son tan conscientes del riesgo (…) Me pregunto ¿bastará solo la autorización del padre? Quizás debería participar alguna autoridad del Estado o juez especialista en menores, o quizá un psicólogo”.
Cada vez que en las redes sociales se llama a un ‘casting’ de bebés, los aspirantes superan la centena en minutos. Historias de estrellas infantiles aplastadas por sus excesos con las drogas o trastornos alimenticios quedan en la anécdota cuando hay padres que pagan por cursos en línea como YouTuberKids para niños desde los ocho años, una edad en la que ni siquiera deberían tener una cuenta en la web 2.0.
Pero la revista Forbes publicó que Ryan Kaji, hoy con nueve años, ganó USD 26 millones el año pasado con sus videos, que empezó a grabar a los tres. Parece una cantidad que hace olvidar a su familia, a las leyes y a las ONG de defensa de los derechos de los niños cualquier discusión sobre privacidad y seguridad infantil en la web, o al menos preguntarse si él, cuando sea adulto, permitiría a su hijo hacer lo mismo…