Foto aérea del río Tiputini, capturada en enero del 2016. La imagen evidencia su bajo nivel de agua. Foto: Cortesía Diego Mosquera
En 300 años de expediciones y recolecciones de especímenes de flora amazónica, los científicos han descubierto 11 676 diferentes especies de árboles en la Amazonía, de acuerdo con un nuevo estudio.
Después de analizar más de 500 000 ejemplares digitalizados de frutas, flores y hojas unos ecólogos han compilado, lo que ellos llaman, la primera lista de todos los árboles que se conocen en la Amazonía.
Estudiaron y revisaron cientos de miles de catálogos digitales de museos alrededor del mundo. El ejemplar más antiguo fue registrado en 1707 y el más reciente, en el 2015.
Según una entrevista en el The New York Times, a Hans ter Steege, autor del estudio, existen todavía 4 000 especímenes de árboles amazónicos que permanecen escondidos en los museos y no han sido digitalizados o todavía son una incógnita para la ciencia.
De hecho, Hugo Navarrete, botánico y profesor de la Pontificia Universidad Católica, dice que en la Amazonía ecuatoriana se estima que aún quedan por descubrir 60 especies de árboles.
Si esta cifra se extrapola a Colombia, Perú, Venezuela, Brasil y Bolivia, probablemente aún quedan entre 200 y 600 árboles por conocer.
En total se han identificado aproximadamente 2 500 especies de plantas en la Amazonía de Ecuador. El botánico cuenta que en una parcela de 50 hectáreas en el Yasuní se han registrado 1 150 especies, de las cuales 30 se han descubierto en aproximadamente 20 años.
Muchas especies, tal vez, se extinguirán antes de que el humano las pueda conocer. Los incendios son unas de las amenazas latentes que ponen en peligro a la biodiversidad de la flora amazónica.
Según un reporte de la Agencia Nacional Espacial de Estados Unidos (NASA), la Amazonía se encuentra en su periodo más seco desde el 2002. Una condición extrema que pone a la selva en riesgo de una temporada de incendios.
Las condiciones que se crean por el fenómeno de El Niño, que calienta las aguas del Pacífico -entre finales del 2015 y principios del 2016- han alterado los patrones de lluvias a escala global. Las sequías e inundaciones se intensifican y se vuelven más prolongadas en diferentes lugares del mundo.
El bosque tropical, caracterizado por su abundante agua y lluvias torrenciales, atraviesa por un clima árido, especialmente en la Amazonía brasileña y boliviana.
Cuando los árboles absorben menos agua, antes de la llegada de la época seca, son más vulnerables a los incendios. Transpiran menos vapor a la atmósfera. La humedad decrece a lo largo de la región y el fuego crece más de lo normal.
Navarrete recuerda que hace 10 años el Yasuní pasó un mes sin lluvias. “Con la cantidad de vegetación que hay, ese período significó una gran sequía”. Desde 1999 al 2010 se incendió un 3% de la selva, según la NASA.
Ahora, los datos de la agencia espacial muestran que la aridez resultante de El Niño es mayor que la que ocurrió en el 2005 y 2010 -los últimos años en los cuales la Amazonía atravesó por una sequía.
Diego Mosquera, administrador residente de la estación Tiputini de la Universidad San Francisco de Quito, es testigo de la sequía que ha afectado la Amazonía en Ecuador, particularmente en los primeros meses del 2016. Según sus mediciones, desde diciembre del 2015 y enero del 2016, el río Tiputini alcanzó solo 3 metros de agua, sus niveles más bajos.