El próximo 14 de noviembre se realizará en Quito, Guayaquil, Cuenca, Riobamba y Manta una colecta para ayudar a la Fundación Diabetes Juvenil del Ecuador (FDJE) a recaudar fondos para campañas educativas sobre la Diabetes tipo 1. Foto: Flickr/ruurmo.
A escala mundial, cada seis segundos muere una persona como consecuencia de la diabetes. Desde 1991, cada 14 de noviembre se celebra el Día mundial de la Diabetes con el fin de generar conciencia sobre esta enfermedad que afecta a uno de cada diez ecuatorianos, cuya edad oscila entre los 50 y los 59 años. En el caso de los niños, según alerta la International Diabetes Foundation, a nivel mundial muchos mueren por no tener acceso a la insulina.
La diabetes es un trastorno metabólico que se presenta cuando el organismo no tiene o pierde la capacidad para producir insulina o utilizar esta hormona con eficacia. Por lo tanto, el cuerpo carece de la posibilidad de convertir la glucosa de los alimentos en energía, según la International Diabetes Federation.
Como resultado de esta falencia “una persona con diabetes no absorbe la glucosa adecuadamente de modo que esta queda circulando en la sangre y dañando los tejidos”. Esta afección causa daños en el cuerpo y genera complicaciones que pueden llegar a ser mortales.
Este año, la campaña por el Día Mundial de la Diabetes está enfocada en detener la “epidemia” de la enfermedad, así lo asegura el portal de Fundación para la Diabetes. En el país, además de centrarse en este objetivo, la Fundación Diabetes Juvenil del Ecuador (FDJE) realizará una colecta el próximo 14 de noviembre con el fin de ayudar a más personas que padecen Diabetes tipo 1 en el Ecuador.
Con el apoyo de voluntarios que se ubicarán en 50 puntos de la ciudad de Quito, la FDJE espera recaudar USD 12 000 que serán destinados a proyectos de educación para niños y jóvenes que padecen diabetes tipo 1. La colecta también se realizará en Cuenca, Guayaquil, Riobamba y Manta.
De la mano de esta colecta está una campaña comunicacional llamada Ayuda a Verdaderos Superhéroes. Daniela Pazmiño, responsable del proyecto y coordinadora de relaciones públicas y mercadeo social de la FDJE, asegura que el concepto del proyecto es “resaltar la valentía que tienen los niños y jóvenes con diabetes tipo 1 para medirse la glucosa e inyectarse la insulina varias veces al día durante toda su vida”.
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La American Diabetes Association reconoce dos variantes de la diabetes, tipo 1 y tipo 2. La primera, según explica el sitio web de la Organización Mundial de la Salud “se presenta en la niñez y adolescencia. Quienes la padecen necesitarán inyecciones de insulina durante toda su vida”.
La segunda, en cambio, se presenta en la adultez y es en la gran mayoría consecuencia del estilo de vida de las personas. La obesidad, el sedentarismo y la mala alimentación pueden llevar a un adulto a padecer diabetes tipo 2. Esta última representa el 90% de casos de enfermedad en el mundo.
La tipo 1, según la Asociación Americana de Diabetes, se caracteriza por la ausencia de producción de insulina en el cuerpo. Una persona que padece esta enfermedad puede morir si no obtiene acceso inmediato a la insulina.
No obstante, con ayuda de terapia, suplementos de insulina y otros tratamientos, los niños que padecen diabetes tipo 1 pueden aprender a controlar su enfermedad y tener una vida larga. Es por eso que la FDJE impulsa proyectos educativos para ayudar a las personas con diabetes tipo 1 a llevar una vida sana.
Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), hasta el 2013 existían en el país 414 514 personas con diabetes. Sin embargo, estas cifras no hacen una distinción entre quienes padecen diabetes tipo 1 y quienes viven von diabetes tipo 2.
Pazmiño dice que el pilar fundamental de la FDJE es la enseñanza. El objetivo que persigue la fundación es educar a quienes tienen esta enfermedad para que puedan llevar una vida normal y saludable y que puedan aplazar el mayor tiempo posible las complicaciones que se pueden presentar como consecuencia de la diabetes tipo 1.
El diagnóstico de este trastorno puede ser impactante tanto para la persona como para los familiares. “Se trata de hacer que sientan que no están solos y enseñarles que los hijos pueden llevar una vida normal, ” concluye Pazmiño.