El debate se ha iniciado en el Ecuador. El Diario El Comercio en su editorial del 31 de agosto 2024, sostiene que “la posible prohibición del uso de celulares en las aulas ecuatorianas es un tema complejo que requiere un análisis profundo, equilibrado y técnico, despojado del tinte político. Es esencial encontrar un equilibrio que permita aprovechar las ventajas tecnológicas sin comprometer la seguridad y el bienestar de los estudiantes. La decisión final deberá considerar las opiniones de todos los actores implicados y buscar el mejor interés para la educación y el desarrollo integral de los jóvenes ecuatorianos”.
El celular en el escenario
El teléfono móvil -DynaTAC- fue creado en 1970. Desde entonces, su desarrollo ha sido impresionante, gracias a la comunicación inalámbrica, la conectividad y la popularidad masiva.
El celular comercial fue el Motorola DynaTAC 8000X, promovido en 1983. Pesado, grande y costoso, el celular fue el comienzo de la era de la telefonía móvil (primero analógica y lenta), que luego se transformó en liviano, pequeño y barato, que superó la débil transmisión de voz con nuevas aplicaciones gracias a la Internet, cámara de fotos y datos (hoy, digital y de alta velocidad). El celular es una computadora de bolsillo, que utiliza el 68% de la población mundial.
El reinado de las aplicaciones
Con la llegada de esta herramienta tecnológica a la cotidianidad, la humanidad vive una revolución inédita cuya consigna es clara: conectar a la gente en cualquier lugar del planeta, a través de dispositivos que buscan enlaces instantáneos mediante procedimientos sencillos. ¡Basta un clic para comunicarse!
Esta maravilla de la civilización audiovisual no es neutra, inofensiva o aséptica. ¡Hay intencionalidades! La producción y distribución de las computadoras de bolsillo responden a la lógica del mercado, atribuida a grandes empresas transnacionales y ejércitos de programadores, que gobiernan la “Big Data” -una serie de robots, alimentados por algoritmos e inteligencia artificial-, que registran los “me gusta” y crean redes de consumidores.
Las aplicaciones son joyas que usan los ciudadanos de todo el orbe convertidos en clientes, quienes utilizan sus dispositivos para hacer compras online, pagar en tiendas, descargar juegos, ver contenido audiovisual y comunicarse con otras personas a través de la mensajería instantánea.
Existen recomendaciones para un uso responsable del celular y evitar posibles alteraciones en la salud y en el medio ambiente, pero en general no se aplican.
Sociedad de las cuatro pantallas
La Fundación Telefónica ha sido pionera en adoptar una política de educación digital, que podría ser la alternativa para enfrentar los retos del impacto de las cuatro pantallas, en los niños jóvenes: la televisión, el ordenador, el video juego y el celular. Sus investigaciones y propuestas son puntos de inflexión para admitir la “vulnerabilidad digital” y las posibles estrategias para aminorar sus amenazas.
“Este informe presenta evidencias sobre la “Sociedad de las Cuatro Pantallas”, en el entramado social latinoamericano de la segunda década del siglo XXI”. En el contexto ecuatoriano, “la investigación realizada por Fundación Telefónica en Ecuador, conocida como “Generaciones Interactivas”, se centró en el uso de las cuatro pantallas (Internet, celular, videojuegos y televisión) entre niños y adolescentes de 6 a 18 años. Aquí los resultados más destacados:
Celulares. La pantalla más utilizada, con un 87% de los niños y adolescentes usándolos para hacer y recibir llamadas, un 74% para enviar mensajes de texto, y un 59% para escuchar música.
Internet. Utilizado principalmente para la comunicación y el entretenimiento. La mayoría de los jóvenes acceden a redes sociales y plataformas de video.
Videojuegos. Un 55% de los encuestados juega en sus dispositivos, destacando la popularidad de esta actividad entre los adolescentes.
Televisión. Aunque sigue siendo relevante, su uso ha disminuido en comparación con las otras pantallas, ya que los jóvenes prefieren contenido a demanda en plataformas digitales.
El estudio también reveló que el uso de estas tecnologías tiene un impacto significativo en el ámbito escolar y familiar, fomentando tanto oportunidades educativas como desafíos en la gestión del tiempo y la atención.
Las Naciones Unidas opinan
Para la ONU el uso de los teléfonos móviles es un problema de salud mundial. En la actualidad existen 5.000 millones de suscripciones de teléfonos móviles.
Hay evidencias científicas sobre los efectos adversos en la salud por la exposición a los campos magnéticos creados por las radiofrecuencias de estos aparatos. Un estudio reveló indicios que el uso por más de 30 minutos diarios podría ser dañino a los cerebros de niños y adolescentes. La recomendación concreta es que los niños menores de 13 años no tengan celular, ni redes sociales.
La Unesco, organismo de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, recomienda evitar su uso en las escuelas y citó una investigación, según el cual las notificaciones desconcentran a los estudiantes, que pueden tardar hasta 20 minutos en volver a centrarse en el aprendizaje.
Según el último informe GEM 2023 de la UNESCO sobre educación y tecnología, que revisa las políticas educativas de 211 países del mundo, “los datos de evaluaciones internacionales a gran escala, como los proporcionados por el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), sugieren una relación negativa entre el uso excesivo de las TIC y el rendimiento de los estudiantes”.
Los celulares y sus impactos
En el ámbito pedagógico, el uso exagerado de los celulares distrae la atención de los alumnos en las aulas, que provoca la disminución del rendimiento escolar.
A esta situación se añaden riesgos severos: el peligro de adicción; el acoso sexual manifestado en delitos que atentan a la integridad moral de los estudiantes, y a la utilización clandestina de estos dispositivos que deforman la mente y los valores de niños y adolescentes, mediante pornografía, trata de personas y aplicaciones sin controles.
Hay posiciones radicales tomadas por países que han prohibido los móviles en primaria y secundaria. Veinte minutos -se recomienda- es el tiempo que tarda un alumno en recuperar la atención cada vez que le llega una notificación al móvil cuando está en clase.
“Aunque no es lo más grave: la posibilidad de hacer vídeos y fotos a otros compañeros, el visionado de contenido inapropiado, potenciales suicidios y el uso excesivo de las redes sociales preocupan a familias y docentes, que han exigido la aprobación de leyes para prohibir su uso en las aulas. Y lo han logrado”.
Francia prohibió en 2018 el celular en las aulas. Siguieron Finlandia, Suecia, Grecia e Italia, que dejaron la prohibición en manos de los profesores. Países Bajos introducirá la prohibición en 2024. Según Environmental Health Trust, otros países como Israel, China, Australia, Ontario, Ghana, Ruanda y Uganda también los prohibieron. Aunque, según la organización, “menos de uno de cada cuatro países de todo el mundo ha prohibido el uso de teléfonos inteligentes en las escuelas”.
¡La desintoxicación digital comenzó en el mundo!
El caso del Ecuador
El Ministerio de Educación debe realizar una consulta mediante mesas técnicas, con carácter interdisciplinario y la participación de los estudiantes, docentes, padres de familia y expertos. Puntos a considerar son, entre otros: partir de un enfoque integral, es decir, que no se analice exclusivamente el uso de celulares en las aulas, sino también en el ámbito familiar y cotidiano. La relación familia-centro educativo es clave; asimismo, la salud mental, la seguridad e integridad de los estudiantes.
También es necesario regular el uso positivo de las tabletas, computadoras y otras herramientas tecnológicas, para potenciar los aprendizajes. En este sentido, el ejemplo de los profesores y padres de familia será significativo, para aplicar estrategias seguras, prácticas y consensuadas entre los actores, sobre la base de un manual de manejo -no códigos, por favor-, que se fundamenten en la educación de la responsabilidad con planes pilotos y resultados verificables.