Denice Mamallacta, Angel Licuy y Fernando Cabrera preparan unas entradas con productos de la Sierra y Oriente. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
El proyecto Único nace como una beca de formación para jóvenes que forman parte de organizaciones comunitarias en el Ecuador. Desde hace dos meses, un grupo de ocho jóvenes llegaron desde Napo, Azuay, Manabí, Esmeraldas e Imbabura para recibir capacitación en cocina, servicio y alojamiento.
En sus comunidades, los jóvenes forman parte de iniciativas sostenibles alrededor de la agroecología, la gastronomía y el turismo comunitario respaldados en el marco de los Biocorredores para el Buen Vivir del Programa de Pequeñas Donaciones del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PPD/PNUD.
Nuno Queiros, representante adjunto del PNUD en Ecuador, explica que las cifras que se revelaron en Hábitat 3 en octubre del 2016 mostraron que, en proyección, dentro de 15 a 20 años el 80% de la población va a residir en ciudades. “Eso es insostenible, no habrá producción ni nada, solo se logra cambiar esto afectando a los jóvenes”. Así el proyecto Único busca promover un desarrollo desde dentro de las comunidades desde la formación a los jóvenes.
En esta primera edición llegaron hasta Quito Jessica Alvarado, Ángel Licuy y Denice Mamallacta de Napo; Lenín Vásquez de Esmeraldas; Wilson Zambrano de Manabí; Fernando Cabrera de Azuay; Darío Conlago de Cayambe; y Lucía Tocagón de Imbabura.
Los jóvenes permanecerán en la capital durante seis meses para culminar su proceso de formación liderado por el chef Mauricio Acuña.
A pesar de que ha sido un difícil proceso de adaptación, los jóvenes han visto el aprendizaje y su aplicación. Alvarado explica que en la comunidad de San José en Napo trabaja con los criaderos de cachamas. A partir de este proyecto quiere potencializar la venta de este pez nativo en restaurantes grandes, así como la comercialización del producto terminado de cachama ahumadas.
Asimismo, Mamallacta señala que en su parroquia en San Pablo, en el cantón Archidona, la comunidad se dedica a la producción de picaso, conocido como sacha inchi o maní del Oriente. La joven busca promover la experimentación de este producto en distintas aplicaciones para venderlo como maní procesado con chocolate, entre otras opciones.
Zambrano y Vásquez resaltan que el aprendizaje sobre el servicio, trato al cliente y al turista ha sido clave en estos primeros módulos. Cabrera y Licuy quieren llevar este aprendizaje a sus comunidades y resaltar que en la producción de la tierra está la clave para un desarrollo completo.