Los bosques tropicales sufren una importante afectación por la contaminación. Foto: Elena/Flickr
Entre 2000 y 2010 se perdieron en el mundo siete millones de hectáreas de bosques tropicales al año, debido principalmente a la conversión de tierras forestales en terrenos agrícolas, señaló la FAO.
Según el informe bianual sobre el estado mundial de los bosques de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la pérdida de bosques en la región de clima tropical fue similar al aumento de la superficie agrícola (6 millones de hectáreas anuales) en ese periodo.
Si hasta finales del siglo XIX la deforestación predominaba en la región de clima templado, actualmente es mayor en la de clima tropical, mientras que la superficie forestal se ha incrementado en la templada y apenas ha cambiado en las de clima boreal y subtropical.
A nivel global la deforestación en las zonas tropicales y subtropicales se debió a la agricultura comercial a gran escala (en un 40 % de los casos), a la agricultura de subsistencia local (33 %), las infraestructuras (10 %), la expansión urbana (el 10 %) y la minería (7 %).
Entre 2000 y 2010, los países de ingresos altos registraron un incremento general de la superficie forestal, mientras que los países de ingresos medios y bajos mostraron reducciones en ese ámbito.
Las zonas más afectadas se localizaron en los países de bajos ingresos, donde crecen las poblaciones rurales, principalmente en América Latina (donde la agricultura comercial está detrás del 70 % de su deforestación), África subsahariana (más deforestada por la agricultura a pequeña escala) y Asia meridional y sudoriental.
En la región del río Amazonas, por ejemplo, el pastoreo extensivo, el cultivo de soja y las plantaciones de palma de aceite han motivado la pérdida de bosques desde 1990, según el informe, que agrega que el cultivo de palma también está sustituyendo grandes superficies de bosque natural en el Sudeste Asiático.
Otros factores que afectan a la conversión de los bosques son el crecimiento de la población, los cambios en los hábitos alimentarios, el desarrollo agrícola, la tenencia de las tierras y la gestión de los cambios en el uso de esos terrenos.
El informe destaca cómo las normas influyen a menudo en los resultados de las políticas forestales, especialmente cuando no están bien orientadas, se aplican de forma insuficiente o no se ajustan a las necesidades de las partes interesadas.
Tras analizar las políticas nacionales de 35 países, poco menos de la mitad de ellos abordaban explícitamente el cambio del uso de la tierra del bosque a la agricultura, y viceversa.
Las pérdidas de bosques son mayores en los países de ingresos bajos cuando las inversiones forestales y agrícolas son relativamente bajas, según la FAO, que recomendó incluir salvaguardias sociales y medioambientales en los planes destinados a incentivar las inversiones.
Asimismo, llamó a ordenar el territorio de forma integrada e incluir en el marco institucional, junto a los órganos gubernamentales, a organizaciones de la sociedad civil y el sector privado para mejorar la gestión del cambio del uso de la tierra.
Para cumplir la agenda de desarrollo sostenible estipulada por la ONU para 2030, la agencia destacó la contribución de la gestión forestal para la erradicación de la pobreza, la protección de los ecosistemas relacionados con el agua, el acceso a la energía sostenible y la lucha contra el cambio climático.