Be Girl ha llegado a 23 países. En la imagen, niñas en Etiopía con el producto. Foto: Cortesía.
Be Girl elabora ropa interior para la protección menstrual y para el uso diario. Por la compra de cada panty, uno es entregado a niñas de escasos recursos en países en África, Asia y América.
Este emprendimiento nació de la mano de la colombiana Diana Sierra y del ecuatoriano Pablo Freund. Ambos se conocieron mientras hacían una maestría en gestión de sostenibilidad en la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Sierra, diseñadora industrial, viajó a Uganda para realizar una pasantía con la ONU. Convivió por 11 meses con comunidades de artesanos y agricultores. Allí conoció que las niñas son discriminadas y tienen muchas dificultades por falta de toallas sanitarias.
Para solucionar este problema, desarrolló un prototipo de toalla reusable, tratando de copiar los beneficios de las toallas desechables. Con el material impermeable de una sombrilla y tela de cortina lanzó el primer modelo, que después evolucionó hasta convertirse en un producto elaborado sólo con tela.
A su regreso a Nueva York, Sierra se reunió con Freund, especialista en finanzas y quien estaba interesado en gestionar inversión para empresas con impacto social. Ambos encontraron un punto en común, buscaban “trabajar por un mundo donde el acceso a las oportunidades sea por mérito y no por género”, dice Sierra en una llamada vía Skype con EL COMERCIO.
Asegura que la menstruación es un punto neurálgico para avanzar los derechos de las mujeres. Freund, desde Nueva York, explica que el acceso a productos básicos de higiene no es una realidad exclusiva de los países de más bajo poder adquisitivo, sino una problemática global.
Si bien Be Girl inició con la producción de toallas sanitarias reusables, el producto evolucionó hasta convertirlo en un panty. En muchas de las comunidades a las que este emprendimiento llegaba, las niñas no cumplían con el requerimiento básico para usar toallas sanitarias: tener ropa interior. Fue así que Sierra desarrolló panties con un bolsillo en el que se puede colocar una almohadilla lavable.
Estas prendas no sólo solucionan un problema que mantiene a las niñas fuera de las escuelas y otras actividades durante su menstruación, sino que también son aspiracionales: tienen un diseño basado en la comodidad y en lo estético.
Be Girl ha llegado a más de nueve mil niñas de 23 países, a través de organizaciones no gubernamentales. La empresa cuenta con una plataforma para recoger las reacciones de las beneficiarias. “De las cosas más lindas que una intervención como esta te trae como ser humano es que una niña de un sitio remoto te pueda decir en un formulario lo feliz que se siente al tener un producto que la hace sentir orgullosa de ser niña”, expresa Sierra.
La marca llega a las niñas a través del Empower Bank, un programa que provee de estos panties a niñas de escasos recursos y que educa a esta población sobre temas de reproducción y género. Freund asegura que esta es una ayuda única en su tipo-
Los productos de Be Girl se venden en mercados de consumo como en Estados Unidos. Por cada ítem vendido, se acredita uno al Empower Bank.
En situaciones de emergencias naturales o civiles, el Empower Bank responde inmediatamente con productos. Este sistema les permite recopilar información cuando la marca trabaja con escuelas o comunidades.
Además de proveer productos para la menstruación, Be Girl imparte talleres sobre reproducción y educación de género. Antes y después de cada intervención se realizan estudios, con el fin de generar documentos en los que se demuestre el impacto.