En Brasil, el equipo Piranha Team enseña a miembros de la población Glbti a defenderse ante posibles ataques. Foto: AFP.
Los cuerpos ya golpean con estruendo sobre el tatami cuando Maira se decide a entrar con paso tímido en el gimnasio: esta joven transgénero brasileña asiste por primera vez a un curso de defensa personal dedicado al público Glbti.
Para ella, aprender krav maga, una técnica nacida en el ejército israelí, es casi una cuestión de supervivencia en un país donde la población trans (travestis, transexuales y transgénero) es víctima de la violencia cada día.
Según la ONG Transgender Europe, Brasil acumula el mayor número de asesinatos trans del mundo, con 900 muertes de 2008 a 2016, muy por delante de México (271) y con casi la mitad de los 2 264 homicidios registrados en todo el planeta.
“Siento la inseguridad todo el tiempo. En cualquier momento pueden tirarme piedras o atacarme sin ninguna razón”, lamenta Maira, una estudiante de 23 años que vive en Rio de Janeiro, donde ya le han agredido en la universidad.
Para su primer día en el curso prefiere quedarse a un lado, sentada en un banco desde donde observa a los participantes de diferentes niveles encadenar flexiones y abdominales durante el calentamiento. Son una docena, los más veteranos con kimonos y los nuevos con sencillos shorts y camisetas.
Aprender krav maga, una técnica del ejército israelí es una cuestión de supervivencia en un país donde la comunidad Glbti es víctima constante de agresiones. Foto: AFP.
Fundado en agosto de 2016, el ‘Piranhas Team’ probó varias artes marciales hasta optar por el krav maga, un método de autodefensa creado por el ejército israelí, en el que se trata de neutralizar al contrincante alcanzando rápidamente sus puntos débiles.
En cada ronda, un participante simula una agresión en una posición particular y el otro aprende la técnica adecuada para neutralizarla.
“Aprendemos a defendernos sin exagerar, sin dañar necesariamente al otro. Este curso no es para pelearse en la calle”, explica Lara Lincoln Milanez Ricardo, una transexual de 31 años que fundó el grupo junto a un amigo gay después de los Juegos Olímpicos de Rio.
“Es importante saber que somos capaces de defendernos en caso de agresión. Cuando el miedo se refleja en nuestro rostro, el riesgo de ser víctimas de la violencia se multiplica”, observa.
En sentido figurado, el término ‘piranha’ también significa ‘zorra’ en portugués coloquial, una ironía asumida por Alisson, uno de los principales organizadores, que recuerda que el pescado voraz de la Amazonía es también conocido por “atacar en grupo”.
En este grupo, hay todo tipo de perfiles: trans, gays, lesbianas, de diferentes edades y niveles. “Vamos, ¡en marcha!”, grita el profesor, un joven con barba y kimono de cinturón azul, para motivar a sus tropas.
De acuerdo a cifras de la ONG Transgender Europe, Brasil tiene el mayor número de asesinatos de personas trans. Foto: AFP.
“Más allá de la noción de autodefensa, se trata de ocupar un espacio tradicionalmente cerrado al público Glbti”, recuerda Alisson, un abogado de 39 años, al tiempo que subraya que el medio de las artes marciales brasileñas es conocido por ser especialmente machista. “Aquí nadie me mira raro y nunca me han impedido acudir a los baños que quiera”, añade Lara.
El ‘Piranhas Team’ ha creado ejemplo y ya se ha reproducido en otros estados de Brasil. En Rio, los entrenamientos son los martes y jueves, por la mañana y por la tarde, en un pequeño gimnasio de Lapa, el barrio bohemio del centro de la ciudad.
“Antes, los trans se interesaban más en las clases de danza, pero hoy comprenden hasta qué punto es importante saber defenderse”, explica Lara. Y para los participantes, el tatami se convierte en un refugio donde escapar del sentimiento de inseguridad y persecución.
El horario reservado para el grupo LGBT sigue a un curso de jiu-jitsu para niños. “Al principio había algunas risas, pero los profesores les riñeron enseguida. Esto es una escuela de respeto”, se felicita Lara.
“Es un espacio libre de prejuicios, en el que estamos en confianza, dentro de una sociedad donde somos considerados como menos que nada”, se emociona la fundadora del grupo, víctima también de la violencia, agredida por un antiguo compañero de clase.
“Somos una población marginada y la violencia no deja de aumentar. Debemos estar preparados para defendernos”, concluye antes de lanzar a Alisson al suelo, dominando a la perfección las técnicas que ya le han permitido escapar de cuatro agresiones.