En el 2021, Patricia Erazo recibió la noticia de que padecía cáncer de mama. Ella recuerda que fue un momento traumático, especialmente por la forma en que se lo dijeron.
A pesar de ello sintió que solo tenía dos caminos: asumirlo con valentía o echarse a morir. Eligió el primero.
Aunque no ha sido un camino fácil, Patricia decidió ver a su enfermedad como una amiga, con algo que ha aprendido a convivir para poder avanzar.
Sin duda, el apoyo de su familia, amigos, compañeros de trabajo fue fundamental. “Por más fuerzas que uno tenga es muy complicado, siempre se necesita de ese empuje”, comenta.
Todo el proceso de su enfermedad, pasando por el diagnóstico, la operación, quimioterapias, controles…, su madre y hermana se convirtieron en su principal soporte.
Patricia vive sola y cuando inició el tratamiento, su madre decidió mudarse con ella. Pasó a su lado todos los días durante nueve meses. “Ella fue mi cuidadora, me aguantó todo”, dice.
La mujer tampoco quería ver sufrir a su madre y por eso intentaba no decaer y mantenerse fuerte, sin embargo, había momentos que desfallecía, especialmente después de las quimioterapias.
Al recordarlo, Patricia se asombra y no sabe de dónde su progenitora sacó tanta valentía para no derrotarse cuando ella estaba mal. Solo una vez la vio quebrarse y llorar.
Su hermana también fue su compañía en todo el proceso, que todavía no termina. El día que la iban a operar, Patricia decidió que ella estuviera presente.
Antes de la intervención conversaron como si nada pasara, rieron y recordaron anécdotas de su juventud. Con su hermana a su lado, Patricia se sintió más segura y relajada.
Al igual que la familia, el soporte profesional también fue clave. Después de recibir la noticia que tenía cáncer de mama y la forma en cómo se lo dijeron, Patricia finalmente encontró un especialista en el que confía y con el que se siente cómoda.
“Uno tiene que confiar en su médico, nuestra vida está en sus manos. Yo he podido solventar todas mis dudas, me responde con la mayor sinceridad, claridad y sin ningún reparo”, agrega.
Acompañamiento en cada fase
Fernando Checa, coordinador de Oncología del Hospital de Los Valles, menciona que en las diferentes fases que atraviesa un paciente con cáncer, el apoyo y soporte de la familia, amigos, especialistas es un pilar fundamental.
En una etapa inicial, además de acompañar, escuchar, ser incondicional, es importante ayudar al paciente a buscar información adecuada y verídica sobre la enfermedad, qué implica, cuáles son las opciones de tratamiento.
El especialista menciona que recibir la noticia de que una persona tiene cáncer puede llevar a la desesperación, que el paciente se ofusque y que en su mente solo tenga el diagnóstico y no las posibles soluciones, incluso una cura.
Si bien el cáncer involucra no solo a una persona sino a toda la familia, Checa recomienda que uno o dos integrantes tomen el liderazgo, que estén 100% a disposición y que sean incondicionales, en todo sentido.
“Eso le da al paciente más seguridad para manejar la enfermedad”, sostiene.
Quien decida asumir ese rol debe ser una persona muy positiva, que día tras día le motive y recuerde al paciente que existen soluciones y salidas a la enfermedad y que, además, tiene que confiar en los médicos que están a cargo.
Asimismo, el familiar tiene que conversar con el especialista sobre los hallazgos, obtener más información sobre el tratamiento, lo que implica y los posibles escenarios.
“La idea es que el paciente tenga menos dudas de su situación y que conozca con precisión lo que tiene y cómo manejarlo”, menciona Checa.
El oncólogo recalca que durante todo el proceso el paciente debe contar con una o varias personas que le brinden el soporte tanto emocional como en el sentido físico, es decir cuando hay malestares, dolor.
Para Checa, el trabajo debe ser en conjunto entre el paciente, la familia, los médicos, enfermeras, para que el proceso sea más exitoso, lo que conlleva a una mejor recuperación.
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