Tiene 86 años y sus amigos le dicen que con tranquilidad llegará a los 100. Don Enrique Achón está convencido porque tiempo atrás sobrevivió a una isquemia cardíaca que por unos minutos lo alejó de este mundo.
Resistió al covid-19, aunque ahora se esfuerza por superar las secuelas del encierro. “Cuando salí de mi casa, después de un año y medio, no podía avanzar ni una cuadra. La pandemia nos perjudicó”, dice, mientras guarda en su mochila los materiales que utilizó en el taller del día.
Noviembre ha significado para don Enrique retomar su rutina en el centro gerontológico municipal Arsenio De la Torre, en Guayaquil. Ha vuelto una vez por semana para reencontrarse con sus amigos en las sesiones de terapia física, ocupacional y psicológica.
Eso, aunque la nueva variante Ómicron recién descubierta en Sudáfrica, podría poner en riesgo los encuentros y actividades al aire libre, como ya ocurre en de Europa.
Alisson Pinos sintió esa ansiedad por volver mientras hacía las llamadas para verificar si los casi 600 integrantes habían sido vacunados, un requisito básico para reabrir el centro junto a la bioseguridad y los aforos limitados. Tenían esa necesidad de reunirse, de sentirse activos -dice Pinos, coordinadora del lugar-; algunos lloraban porque ya no querían estar en casa o porque de las parejas que asistían uno falleció”.
Mayor riesgo de problemas de salud mental, descuido en la atención de enfermedades preexistentes y un aumento del maltrato en casa -hasta el 2017 afectaba a uno de cada seis adultos mayores-, son los efectos del covid-19 detectados por las Naciones Unidas. Como estrategia global, el organismo promociona el Decenio del Envejecimiento Saludable para garantizar, hasta 2030, una atención integral y acceso a cuidados.
En Ecuador, con la aplicación de la vacuna de refuerzo, más gerontológicos reabren. María José Ollague dirige el Club Mitra, que desde septiembre retomó sus actividades presenciales, indica que la vacuna es una de las exigencias para asistir a estos centros en Quito y Cumbayá.
El primer mes esperaban recibir entre cinco y 10 personas, pero acudieron 15. Ahora, 25 asistentes son parte de momentos de recreación, con actividades físicas, cognitivas y artísticas. El único cambio es que los viernes ya no realizan paseos, como lo hacían antes de la pandemia. Pero organizan fiestas, juegos en equipo y son sorprendidos por invitados especiales.
El Club Vive Más es otro de los sitios en Quito que está volviendo a la presencialidad. María Leonor Viteri creó este espacio cuando buscaba un centro donde sus padres pudieran continuar aprendiendo y disfrutando de la vida. Hasta hace dos meses impartía solo talleres en línea y ahora fusionan los encuentros virtuales con reuniones, almuerzos o paseos cada 15 días. En esta semana, por las fiestas de Quito, se alistan para realizar algunas actividades.
En Guayaquil, la Empresa Pública Desarrollo Acción Social y Educación atiende a 6 520 adultos mayores en 10 clubes y programas de acompañamiento virtuales. Con la reapertura del centro Arsenio De la Torre, los terapistas hacen un diagnóstico para reforzar su apoyo. Con un simple dictado, que a más de uno les causó dolor de mano, Melissa Moya pudo detectar pequeñas disminuciones cognitivas en el 60% de quienes asisten a sus talleres ocupacionales.
Todo este tiempo de inactividad ha generado un poco de pérdida de memoria, falta de atención y de concentración”. Entre sopas de letras y ejercicios de gimnasia cerebral, la terapista evaluará hasta febrero las distintas secuelas.
Alba Suárez no se queja. Es ágil para hallar las palabras en un mar de letras y cuenta que en medio del confinamiento usó su computadora para conectarse a los talleres en línea del Municipio.
La falta de actividad social por el encierro agudizó la sensación de soledad, como ha podido detectar el psicólogo José Trujillo. Al dialogar con los grupos en estas primeras semanas de regreso, descubrió casos de ansiedad, insomnio, duelo, entre otros.
Cada tema tendrá su espacio, pero por ahora se concentran en explotar las experiencias positivas. “El amor y la protección de sus familias, nuevos ‘hobbies’, muchos se han digitalizado y ahora manejan Zoom… Es una forma de robustecer su salud mental”.
Y también se busca tonificar el cuerpo. En la cancha del centro, con la guía del terapista físico Julio Solórzano, los adultos mayores repiten ejercicios de estiramiento.