Miles de contenedores permanecen en el puerto de Shanghái, China, considerado el puerto mercante de contenedores más activo de todo
el planeta. Foto: REUTERS
La guerra comercial con China, el proteccionismo detrás de la oferta ‘America first’ y el abandono del Acuerdo Transpacífico (TPP), redujeron el protagonismo que tenía Estados Unidos en una zona clave para el futuro económico del planeta: Asia-Pacífico.
Ese vacío lo creó la administración de Donald Trump y lo está capitalizando China, que ahora no solo luce como el defensor del libre comercio, sino que avanza firme para ser el protagonista de la recuperación económica en la época de la pospandemia.
El mundo puede seguir adelante sin Estados Unidos, fue el mensaje que envió China a mediados del mes pasado, cuando firmó el mayor acuerdo de libre comercio del mundo con 14 países de Asia y del Pacífico (ver infografía). Eso ocurrió en la capital de Vietnam, en la cumbre virtual de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean).
El tratado de libre comercio, denominado Asociación Económica Integral Regional (RCEP), forma un “colosal espacio geoeconómico que representa cerca de un tercio de la economía y de la población mundiales, con un PIB de 26,2 billones de dólares. Y ocurre en una región que mantiene el mayor crecimiento, pese a la pandemia del covid-19”, señala Carlos Larrea, embajador de Ecuador en China. Sin duda, se trata también de un éxito diplomático de China, país que ha liderado este proceso de negociaciones por más de ocho años y cuya importancia estratégica se acentúa al haberlo posicionado como “una victoria del multilateralismo y el libre comercio”.
Los 15 países que conforman el RCEP representan un 29% de las exportaciones mundiales, mientras el bloque de la Unión Europea, que tiene un proceso de integración más profundo, representa un 33%.
Buena parte del éxito del RCEP fue tener dentro de sus miembros a varios socios de Estados Unidos en la zona Asia-Pacífico, los cuales, en otras circunstancias, no hubiesen participado en un bloque dominado por China, según Michel Levi, docente y coordinador del Centro Andino de Estudios Internacionales.
Se refiere a que, ante la salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico, a potencias económicas como Japón, Australia, Corea del Sur y Nueva Zelanda no les convenía quedarse fuera un bloque que ya es el centro demográfico y económico del mundo. Además, esos países también tienen inversiones en China, el protagonista del RCEP.
Asia-Pacífico ha sido por décadas una zona estratégica para los intereses estadounidenses. A principios del siglo XX, John Hay, secretario de Estado de Theodore Roosevelt, señaló que, aunque el Atlántico era el océano del presente, el Pacífico sería el océano del futuro, recuerda Diego Mourelle, experto en relaciones internacionales de la Universidad Complutense de Madrid.
Los presidentes Bill Clinton y George Bush hijo dieron los primeros pasos, todavía tímidos y limitados, para reforzar la presencia estadounidense en esa región. Pero fue Barack Obama, tras su llegada a la Casa Blanca en el 2009, quien inauguró un enfoque asiático en la diplomacia estadounidense.
Fue el primer Presidente estadounidense que planteó abierta y explícitamente el objetivo de reorientar el eje de su política exterior del Atlántico al Pacífico, sostiene Mourelle. “Ese giro reflejó una nueva ambición renovada para aprovechar el potencial de una región que representa un tercio del PIB mundial y un 60% de la población de todo el planeta”.
Sin embargo, con el cambio de liderazgo en la Casa Blanca (2017), el presidente Donald Trump anunció que terminaría con el plan más ambicioso de su antecesor, el TPP, el cual era más profundo que el RCEP y, además, excluía a China.
Con Estados Unidos fuera de juego, China prevé consolidarse como el mayor exportador del mundo. El nuevo acuerdo comercial le permitirá, por ejemplo, exportar vehículos o bicicletas a través de sus socios asiáticos, como Tailandia o Vietnam, evitando así las barreras que pone hoy la Unión Europea a varios productos de origen chino, señala Levi.
El RCEP obligará a América Latina a afinar sus estrategias para insertarse, de manera inteligente, en este reacomodamiento de la gobernanza global, dice Larrea.
Algunos países ya tienen experiencia en el mercado asiático, sobre todo Chile, Perú y México, que junto a Colombia crearon oficialmente, en el 2012, la Alianza del Pacífico.
“Una cuestión importante para los países de América Latina es si persiguen la integración con Asia individualmente o de forma conjunta, como a través de la alianza del Pacífico (TPP) o Mercosur”, señaló a la BBC Jack Caporal, experto en comercio del Center for Strategic & International Studies (CSIS).
Ecuador, que busca ingresar a la Alianza del Pacífico, ya exporta a varios países asiáticos y también de la zona del Pacífico. Según cifras del Banco Central, los 21 países que forman el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) se llevaron el 43% de las exportaciones nacionales, hasta octubre pasado.
El RCEP, donde están los países con mayor dinamismo económico, podría ser crucial para la recuperación económica del país. Para eso se necesita seguir trabajando en lo esencial: elaborar productos de valor agregado de alta calidad.