La fanesca es la sopa tradicional de la Semana Santa en Ecuador que evoca siglos de historia, y fe cargada de simbolismo religioso. Esta sopa espesa, rica en granos tiernos y bacalao, condensa el mestizaje de un país entero en un solo plato. ¿Cuál es su origen y, sobre todo, por qué se llama fanesca?
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La fanesca une historia y devoción en Semana Santa
En Ecuador, la fanesca es más que un alimento de Semana Santa en Ecuador. Es un ritual familiar, una ofrenda colectiva y una herencia cultural que solo aparece una vez al año, durante la Semana Mayor, como también se conoce a la Semana Santa. Y este plato es más apreciado en Viernes Santo.
El plato está compuesto por una base de zapallo y zambo, mezclados con granos tiernos: chocho, choclo, arveja, haba, frejol rojo y blanco, lenteja, además de maní en pasta. A esa combinación se suma el bacalao seco, símbolo del ayuno cristiano. Los acompañamientos —como las empanadas, el maqueño frito y las masitas— varían según la región, pero el corazón de la fanesca permanece: una sopa densa, comunitaria, espiritual.
Aunque en su forma actual la fanesca se consolidó en el período republicano del siglo XIX, sus raíces se extienden mucho más atrás, hacia los tiempos precolombinos.
El misterio del nombre fanesca
El origen del nombre “fanesca” sigue siendo un enigma. Existen varias teorías, y ninguna es concluyente.
Una versión popular afirma que proviene de “Juanesca”, nombre dado a una sopa que elaboraba una mujer llamada Juana en un monasterio quiteño. Con el tiempo, el nombre habría mutado a fanesca.
Otra teoría señala un posible origen vasco. En el País Vasco existe un plato llamado “faneca”, hecho con un pez del mismo nombre (Trisopterus luscus), pariente del bacalao. Dado que el bacalao forma parte central de la fanesca, no sería improbable una transposición lingüística, adaptada en América.
Finalmente, hay quienes consideran que el nombre nació del uso popular y oral, sin una etimología formal, como ocurre con muchos platos tradicionales de raíz mestiza.
¿Fanesca prehispánica o colonial?
Diversas investigaciones sostienen que el origen de este plato está vinculado a la celebración indígena del Mushuc Nina, una fiesta del fuego nuevo que marcaba el inicio del año agrícola. En ese contexto, los pueblos andinos compartían sopas de granos tiernos en honor al sol y la cosecha.
El nombre que más se asocia a ese antecedente es “uchucuta”, aunque su significado ha sido motivo de debate. Para algunos, era una sopa prehispánica cocinada con granos, ají y, en regiones como los Andes, carne de llama. Para otros, la palabra no designa un plato, sino una piedra de moler ají (uchu cutana rumi, en quichua).
En parroquias como Zámbiza (Pichincha), sobreviven platos similares como la uchucuta local, que se ofrecía solo en fiestas y se servía en plato de barro. Su preparación incluía mote, papa, cebolla, panza de vaca, queso y huevo. Aunque no es fanesca, comparte con ella el carácter ceremonial y colectivo.
Con la llegada de los españoles, el plato andino se transformó. La imposición del ayuno cuaresmal prohibía las carnes rojas, pero permitía el consumo de pescado. Así, el bacalao seco y salado, traído en barcos desde Europa, se convirtió en el nuevo ingrediente principal.
La fanesca no nació en Europa, pero sí en el mestizaje
No hay evidencia de que la fanesca exista en otro país fuera de Ecuador. Tampoco hay un equivalente exacto en la tradición europea. Sin embargo, algunos investigadores sostienen que su estructura básica —una sopa con legumbres secas y bacalao— pudo tener origen en los barcos europeos que cruzaban el Atlántico durante la colonización, hasta convertirse la fanesca en el pato emblemático de la Semana Santa en Ecuador.
Las tripulaciones necesitaban alimentos que resistieran largos viajes: granos secos como habas, lentejas, garbanzos, arvejas y pescado salado. Esas sopas rudimentarias, hervidas con verduras en conserva, podrían haber sido el punto de partida para una fusión culinaria con los productos de América.
Con el paso del tiempo, esa combinación marítima fue absorbida por las costumbres indígenas, y adaptada con ingredientes locales hasta convertirse en lo que hoy se conoce como fanesca.