En La Tortilla se puede encontrar desde comida típica ecuatoriana hasta sus ya conocidas empanadas de viento gigantes, además de las tortillas de maíz, tamales de papa y maíz, entre otras delicias ecuatorianas. Foto: Santiago Sarango/ SABORES.
A 350 grados centígrados se produce una de las recetas que pervive por más de 20 años en la tradición quiteña: las empanadas de viento gigantes. Con un promedio de más 30 centímetros, la idea del colombiano Carlos Hernández transformó las tardes de café capitalinas.
Dos décadas después, la tradición continúa viva, en el lugar de siempre llamado La Tortilla, ubicado entre las calles Jorge Páez y Gonzalo Salazar, sector La Concepción, al norte de Quito.
El local se encuentra en el sector de La Concepción al norte de Quito. Foto: Cortesía La Tortilla.
Eugenia Tapia, propietaria de La Tortilla, comenta que el secreto de seguir año tras año con la empanada gigante está en mantener “lo tradicional, en no alterar el producto”.
Desde el 27 de octubre de 1997, ella y Carlos Hernández, su esposo, siguen al frente del local. Los clientes que acuden al sitio los reconocen inmediatamente por su característica amabilidad en el recibimiento.
“Muchos lugares han intentado imitar nuestra empanada, pero la nuestra es única y su sabor sólo se encuentra en nuestro local”, afirma Tapia. Precisamente, lograr esa distinción fue fruto de los primeros años cuando hacer la empanada representó un reto que transformó para siempre la historia de La Tortilla.
Su propietaria recuerda que costó mucho trabajo entender la propuesta. “Los empleados tenían dudas. Creían que no podrían hacer la empanada en tales dimensiones, sin embargo no dejamos de enseñarles el procedimiento y convencerlos que era posible hacerlo”, sostiene.
Uno de los colaboradores que tomó el riesgo y los consejos de Tapia y su esposo para preparar la empanada fue Fabián Zambrano. El cocinero lleva 7 años trabajando en La Tortilla y hace seis meses está al frente de la elaboración de la empanada de viento gigante.
“Recuerdo que al inicio la empanada no inflaba y pensé que no iba poder, luego aprendí que uno de las claves es freírla a 350 grados, yo lo hacía a 200”, comenta.
Para Zambrano la elaboración no escapa a una receta tradicional que bien puede realizarse en casa con ingredientes que siempre se encuentra allí como harina, mantequilla y manteca.
Al igual que la mayoría de empanadas caseras el proceso tiene un protocolo conocido: mezclar los ingredientes con sus dosis adecuadas, amasarlos y obtener una masa sólida y consistente.
En la Tortilla, por motivos de su propuesta, la masa de las empanadas debe pasar por una laminadora para ajustar su grosor y, posteriormente, ser cortada en las dimensiones tradicionales. El paso final es freírla. Luego de 2 minutos la mítica empanada de viento está lista para servirse.
De preferencia los comensales la degustan en horas de la tarde. Diariamente se llegan a vender entre 50 y 80 empanadas, y, el fin de semana, alrededor de 120.
Ello ha significado que dos décadas después la cafetería siga siendo el ícono del establecimiento. Al igual que en sus inicios, La Tortilla mantiene en la cafetería mucha variedad para el deleite del paladar. Se encuentran desde las tortillas de maíz hechas en tiesto de barro, tamales de papa y maíz, empanadas de morocho, verde y de mejido, hasta los conocidos mote de chicharrón, morocho con leche, entre otros.
Por las tardes, la cafetería oferta las clásicas tortillas de tiesto y de maíz. Foto: Santiago Sarango/ Sabores
En el restaurante la comida típica se ha posicionado como otro distintivo. Locro de papas, caldo de gallina, caldo de patas, seco de chivo, entre otros hacen que los clientes encuentren en el sitio una oferta completa para cada hora del día.
En el 2010, el periódico estadounidense The Miami Herald publicó en su edición del 6 agosto un reportaje sobre la empanda de viento gigante de La Tortilla. Desde entonces, la portada del impreso forma parte de la decoración del local.
Parte de la decoración del local es la portada del Miami Herald en la edición que hizo mención al restaurante. Foto: Santiago Sarango/ Sabores.