Martín Kohan es uno de los más importantes escritores y críticos literarios de Argentina. Es un apasionado por Boca Juniors y los cafetines de Buenos Aires, no así con la gastronomía. Sin embargo, accedió a hablar en el podcast La sobremesa con el Señor del Sombrero sobre estos temas y sobre uno de sus libros más recientes: el teléfono.
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¿Quién es Martín Kohan?
Martin Kohan es profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es un muy destacado crítico y una de las personas que siempre está abierta para dialogar con los medios, sean tradicionales o alternativos.
Es un gran conversador, como lo podrán notar en este podcast. Es un apasionado por Boca Juniors, un nombre recurrente en esta conversación. Sin embargo, se califica como un pésimo anfitrión. Prefiere pasar las horas en los cafés de Buenos Aires, en donde puede estar horas leyendo o encontrarse con los amigos para esas charlas interminables, “como una escuela de todas las cosas”, como dice el tango.
Además, se califica como alguien básico para comer. Su aventura gastronómica va de la mano de su esposa, que es la que busca sabores distintos. Tampoco sabe hacer los asados. ¿Por qué, entonces, está en un segmento gastronómico? Pues por eso mismo: todos comemos y todos tenemos algún plato favorito. Y en ese sentido, el asado nos une, y también el fútbol, el café y, por qué no, el teléfono.
Gracias a ese acto tan primitivo de encender el fuego y solamente sazona con sal, que es la manera argentina, y echa la carne al fuego y la herencia italiana de las largas sobremesas, con el vino, el mate y el fernet, en Argentina se viven grandes momentos gastronómicos.
La gastronomía en el fútbol
En Quito, el estadio es un epicentro de la gastronomía popular, que ahora llaman “street food”. Incluso queda la duda si se va más para comer y tomar una cerveza que para ver los partidos. Las empanadas de morocho, la guatita, las papas con cuero, fritada, caldos y tantas cosas más son parte del menú. Además, la cerveza pulula por todas partes.
En Buenos Aires, en cambio, nada más elemental que la comida en los estadios, que llaman cancha. La oferta se reduce a choripanes, patys (hamburguesas) y panchos (hot dogs). Aunque ahora, dice Martín, hay el sándwich de bondiola, algo que no le agrada. Está prohibida la venta de cerveza dentro del estadio y hasta algunas cuadras a la redonda, por motivos de seguridad.
El asado lo es todo
Si la comida es poca en los estadios, cuando los amigos se reúnen para ver algún partido importante, los de la Selección argentina, por ejemplo, el asado es el rey de la causa. Es casi una cábala. Al menos, tiene su ritual.
Primero está la manera de encender el fuego. ¿Solo con carbón o también con leña? Hay fundamentalistas que no aceptan siquiera el uso de periódicos o secadoras de pelo, menos aún -pecado mortal- algún aceite o combustible. En ese momento, pierdes la reputación como asador.
El fuego se prende cuando llegan los amigos. Se acompaña al parrillero durante todo el proceso con una picada: quesos, papas fritas de funda, morcilla sin pasar por el fuego. No se le ocurra dar indicaciones. Sin embargo, siempre habrá algún impertinente que diga: “ah, le echas la sal durante el asado; yo lo pongo antes”; “¿no será de darle vuelta?”, para furia del parrillero.
¿Y el teléfono?
Kohan publicó hace poco un libro sobre el teléfono. El título es Hola, que es como contestan en Argentina al teléfono. Y no era un tema que se podía desaprovechar. Desde que apareció el teléfono, dice, hubo una modificación en la vida de las personas, que ya lo analizaron filósofos como Walter Benjamin, o novelistas como Marcel Proust.
Ahora, con los celulares, solo conservan el nombre de teléfono. Es, incluso, lo que menos se usa del dispositivo. El teléfono generaba vínculos a cambio de otros. “Me parece un cambio de época, porque antes se hablaba a alguien que escuchaba, y te podía interrumpir. Ahora, en cambio, no hay diálogos: hay mensajes, que si bien hay un otro, no es un otro que nos escucha en el momento de la enunciación”.
Mejor es escuchar a Martín Kohan, en el podcast La sobremesa con El Señor del Sombrero.
