¿Y si gana la oposición?

Si triunfa el continuismo en la segunda vuelta es posible que se produzcan algunos cambios. En el estilo, en los equipos de gobierno y en el frente de las asesorías. Por prudencia deberán existir cambios reglamentarios o por disposición voluntaria de los mandos militares y policiales, maltratados con sadismo en el periodo que termina. Algunas representaciones diplomáticas claves también deberán cambiarse como las de EE.UU., OEA, Colombia, Perú, Chile y hasta la de Brasil. Es difícil predecir otros cambios. Es el clásico juego de palabras: serán posibles, pero no probables.

El caso del triunfo del candidato presidencial opositor es diferente. Desde el primer momento lo acosarán serias dificultades para un ejercicio estable de gobierno: mayoría parlamentaria en contra; órganos de control y administración de justicia heredados de una etapa de sumisión que pretenderán continuar en un entorno institucional que se adoctrinó en el sometimiento a una causa y, un Consejo de Participación que es la institución de mayor poder estatal - designada y no elegida-, gracias a la constitución del 2017.

Ante una situación tan compleja no es difícil que estallen los fuegos.

De un lado el parlamento tiene a su disposición los instrumentos del juicio político o destitución del presidente. Es un caso es estrictamente político; depende del grado de racionalización e intereses predominantes. El otro caso es de naturaleza jurídica. En ambas situaciones existen situaciones genéricas sujetas a interpretación de los actores parlamentarios. En un caso: “atentados a la seguridad nacional”, en otro “grave conmoción interna”. Que habrán devengados los asesores para producir artículos constitucionales dignos de un paradigmático mamotreto.

En el caso de la muerte cruzada que es una atribución exclusiva de la presidencia de la República y, que incluso puede ser adoptada inmediatamente después de la posesión sin pasar por la Corte Constitucional si se trata de “grave crisis política y conmoción interna”. Ante dilemas jurídicos tan intrincados y situaciones políticas en días inmediatos a la segunda vuelta, los sectores ciudadanos debieran sonar alertas para que se escuchen en la sede de la OEA y en las cancillerías de países amigos de signos democráticos. Ese S.O.S de último momento puede ser oportuno para volcar la atención continental sobre el proceso electoral del Ecuador. No hay que esperar que la leche se derrame, hay que actuar cuando se vislumbran los primeros hervores. En estas circunstancias ambos bandos podrán parodiar las épicas palabras del General José María Córdova que se lanzó al combate en la batalla final de Ayacucho al grito de “Armas a discreción, paso de vencedores” El victorioso general colombiano libraba la última batalla por la independencia de Hispanoamérica, mientras que los electos mandatarios ecuatorianos pueden arriesgar el futuro del país.

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