En los medios franceses se asimila el nombre de Ucrania con el miedo que produce la guerra con Rusia. You, tu en inglés, pronunciado “iu”. Craint, tener miedo en francés, pronunciado vagamente “cran”.
Kim Jong Il, el padre del actual tirano norcoreano, de modo ciertamente explícito señaló que su empecinamiento por tener la bomba nuclear se debía a que al tenerla los intentos internacionales por cambiar el régimen en el país se minimizarían. Dicho de otra manera, la capacidad destructiva actúa como una licencia para malcriados.
A un ‘bully’ se le puede hacer carga montón, salvo cuando tiene un arma nuclear. Entonces se puede chillar, pero no mucho más. China puede reírse de los derechos humanos de los uigurs, y se lo puede denunciar, pero ¿y?
Y, quien mejor lo ha entendido es la paloma de la paz que es Putin. Como nadie quiere quiños con Rusia, ha hecho lo impensable. Manipular las elecciones estadounidenses. No es un rumor, lo confirmaron y re confirmaron las agencias de inteligencia americanas. La operación “Lakhta” ordenada por el mismísimo Putin jugó con fuego, pero no hubo consecuencias. En el 2014 Rusia se apoderó descaradamente de la península – entonces ucraniana – de Crimea. Se dio la vuelta hacia la comunidad internacional, y les gritó a todos ¿y qué?
Ahora Putin movilizó enormes contingentes de sus tropas para invadir Ucrania. Las agencias de inteligencia de los países de occidente han detectado que espías y ‘hackers’ rusos intentan provocar reacciones antirrusas en el interior de Ucrania, para tener la excusa final para entrar. Pero parece que la mostaza ya le llegó al cogote al occidente. Los miembros de la OTAN han movilizado – de manera inédita – aviones, buques y tropas para defender el país. Sus declaraciones son inequívocas: si entran, la OTAN responderá.
Entonces el mundo entero se hace una pregunta, ¿hasta qué punto va Putin a jugar al ‘bully’? ¿Será que se intimida o sigue creyendo que el miedo de occidente es ilimitado?