El karma no perdona. Rafael Correa y Ricardo Patiño, dos de los personajes políticos que más trabajaron para hundir a la OEA en una profunda crisis de legitimidad, acusándola de vendida a los intereses imperiales, acudieron desesperados a ella. Estos personajes que usaron dinero de los ecuatorianos para dar la vuelta por el Hemisferio Occidental y transar apoyo para la CELAC y/o UNASUR en desmedro de la OEA, cuando no de quitar completamente sus atribuciones a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), deciden ahora que la OEA les sirve y muy bien. Para hacer el show, claro. Cualquier político que haga una cosa así –como el show que hizo Mauricio Rodas en Washington- lo descalifica automáticamente como estadista. Si necesitábamos alguna demostración más de doble moral y poca vergüenza, éste es el ejemplo mayúsculo.
También es una demostración más de que al ex Presidente le importa más sus intereses personales y partidistas que el Ecuador. Un estadista jamás avergonzaría a su patria en el escenario internacional. Ni siquiera es bueno para su ego o prestigio personal, pues ridiculiza su propia posición sobre el papel de la OEA y la preeminencia de los estados miembros en la discusión interna. Un patriota jamás lo haría. No solo porque la imagen del país está en juego, sino la influencia internacional, política y económica del Ecuador. En síntesis, demostró que el título de su libro “De Banana Republic a No Republic” no era retrospectiva, sino una promesa.
Pero eso ya lo sabemos. Lo central es analizar cómo es que el ex Presidente del Ecuador llega tan lejos. ¿Cancillería estaba dormida? ¿Nadie tenía ninguna alerta? ¿Nunca se enteraron de que Patiño y Correa estaban haciendo llamadas a sus amigos o ex amigos (Santos, Bachelet, Vásquez) para que esto se vuelva realidad? ¿El representante ante la OEA, Marco Albuja, trabaja para Correa o para la actual administración? ¿O todo esto es –como diría Habermas- simple acción dramatúrgica?
También hay preguntas para la OEA, ¿Qué hace el secretario Almagro aceptando una petición de un ciudadano de a pie, cuando el Artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana, sólo otorga esa posibilidad a los estados? Se entiende que le reciban como ciudadano en el CIDH.
Está clarísimo que el presidente Lenín Moreno tiene problemas serios en su frente externo y no le están –mínimamente- cubriendo las espaldas.
Si es un juego político, están jugando con fuego, con el poco prestigio que en estos momentos tiene el país en Estados Unidos, Canadá, etc. Los inversionistas y diplomáticos leen la prensa ¿saben? Si no es un juego político y todo está arreglado entonces es inexplicable que Moreno tenga embajadores como Marco Albuja en la OEA o Pablo Villagómez -consentido de Patiño y el único (de lo que se sabe) funcionario de carrera afiliado al partido verdelimón- como cabeza de misión en Bruselas. Una vez más, Alianza País primero, el Ecuador después.