Nunca entendí por qué el “Proyecto Yasuní” era revolucionario e innovador. Sirvió para que el Gobierno se dé una imagen de izquierda ecológica y condene a las potencias por contaminadoras.
Pero la propuesta es una monetarización de la conservación. ¡Que el mundo nos pague para conservar la naturaleza!, culpabilizando a los donantes con la idea de que nos paguen por contaminadores (¿pero por qué a nosotros?); cuando la conservación debería ser una defensa sin miramientos, por razones de fondo sobre la pervivencia nuestra y del planeta, por responsabilidad con las generaciones venideras y el mundo al proteger uno de los 10 sitios del planeta con mayor biodiversidad. Este espacio, tan pequeño pero tan rico en biodiversidad, es una riqueza incalculable para el futuro, por los conocimientos a descubrir, por las virtudes de la biodiversidad para nuestra vida (salud, estética, etc.), por su economía que tendrá un valor superior al petróleo.
La sociedad debía crear la idea que este espacio es intocable. Pero pretender defenderlo poniendo un precio, un valor monetario para conservarlo, es ya definir que en ausencia de dinero se puede ir a su explotación. Pedir a la sociedad internacional que nos dé dinero para ser responsables y asumir lo que sin argucias debemos hacerlo, es mercadear la responsabilidad.
Un calculador nato como Correa aprovechó muy bien la idea primera y se abanderó con doble discurso, como hasta ahora lo hace, al culpar a los países amigos de ser los responsables de su opción de extraer el petróleo en un sitio de alto riesgo para el medio. Y eso por un dinero de menos del 2% del presupuesto estatal.
Es comprensible que no hayan dado dinero, si desde el inicio Correa hizo doble discurso (Plan B), obstaculizó la negociación y puso la espada de Damocles: si no hay donaciones, se explota, hoy o en x años.
La sociedad debía asumir claramente el deber de conservar esa biodiversidad. De suplemento, podría tener apoyo internacional para lograr mayor conservación (ecoturismo, puesta en valor de la biodiversidad…) como lo hace solidariamente Alemania.
Había también una argumentación incoherente de lo ambiental, se pretendía que al no sacar petróleo se limitaban las emanaciones contaminantes. ¿Por cuál milagro? Si el mundo sigue consumiendo igual o más petróleo, si al Plan B se lo preparaba desde siempre. No se aportaba a la lucha contra el cambio climático. Cuando es nuestra obligación el hacerlo y ser promotores, con hechos, luchar contra la contaminación y proteger la biodiversidad. Yasunizarse sin plata de por medio es lo que corresponde hacer. Yasunizarse puede ser también crear sin que todo dependa de la abundancia, sino primero partir del esfuerzo colectivo, de sus propias fuerzas; sí, algo revolucionario.