Yasuní: monstruo mediático

Es indudable que en los años de gobierno de Correa se han realizado esfuerzos titánicos por transformar las matrices energética y productiva a una renovable y de servicios y conocimiento. Una verdadera revolución desde el Estado que no solo se centra en una transformación vial sino que se extiende al campo de la educación, la salud y la vivienda. Es un modelo declarativo y de praxis que necesita pulirse. Este sería el "qué" de la cuestión. Sin embargo, conviene ver el "cómo" se construye esta nueva vía y poner un ojo muy atento contenido de las acciones, muchas de las cuales son claramente contradictorias a la nueva ética que el mismo Estado pretende implantar. Algunas de estas contradicciones se generan a la ejecución de una transformación tan radical, que requiere de ingentes montos que "obligan" a echar mano de los recursos no renovables -petróleo o minas- al más puro estilo tradicional. Atentos observadores del proceso de la "revolución ciudadana" han denominado al mismo como un doble discurso. Lo que hace con la mano, parece borrarlo con el codo.

La Iniciativa Yasuní-ITT, resulta a todas luces una alegoría del comportamiento del Gobierno actual. Por pedido de organizaciones indígenas y civiles, y el mismo Ministerio de Energía presidido por Alberto Acosta, en el 2007 se detiene temporalmente la extracción petrolera de una de las áreas más biodiversas del globo. Se crea una comisión presidida por Roque Sevilla para gestionar una compensación económica de la comunidad internacional para su conservación.

Esta negocia con varios países europeos y a punto de firmar un fideicomiso con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo protegiendo los intereses de ambas partes, el presidente Correa en un arranque de furia declara que Ecuador no debe rendir cuentas a nadie. Un claro absurdo en el procedimiento. Aquí muere el tema, la comisión que contaba con un equipo de científicos y profesionales del más alto nivel se retira en el 2010. Lo que sigue es una fantochada conocida: continúa la Iniciativa con toda su fuerza mediática sin que se deje ni por un minuto de trabajar en el Plan B: la extracción de petróleo en el bloque ITT. Las negociaciones con el mundo durante los siguientes tres años no resultan, como era de esperarse. ¿No resultan? ¿O es que nunca se deseó que resultaran? ¿Era una de las estrategias para ganar las últimas elecciones y contener la ira y desazón de los diversos movimientos sociales? Sin embargo, las secuelas que deja a escala mundial este monstruo mediático creado alrededor del Yasuní son inmensas y serán éstas las que más allá del caso ecuatoriano, encaucen iniciativas importantes de nuevos manejos del medioambiente en el mundo. Este es el gran consuelo que nos queda.

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