“Es hora de que se sienten a dialogar”, observó el editorial de El Espectador al día siguiente del triunfo electoral de Santos.
El diálogo aludido no es el de La Habana, aunque estén relacionados. Al elogiar el discurso conciliador del Presidente tras su victoria, y señalar la centralidad que la paz tuvo en las elecciones, El Espectador advirtió: “Nada de legítimo tendría un eventual acuerdo con la guerrilla de las FARC que no tenga en cuenta las preocupaciones de una parte del electorado”.
Se trata de las preocupaciones de la “oposición uribista”, con cuyos representantes el Gobierno tendría que sentarse a conversar. Las palabras del Presidente dejaron las puertas abiertas. “Recibimos su mensaje”, expresó en referencia a los opositores del proceso de paz durante la campaña. Saludó y felicitó a su contendor, con expresiones de respeto e invitaciones para desterrar “para siempre el odio” de la vida política colombiana. Momentos antes, Óscar Iván Zuluaga había reconocido la derrota, también con felicitaciones al presidente Santos. “La democracia consiste en esto”, anotó.
La propuesta de que el Gobierno y la oposición se sienten a dialogar no es ni ilusa ni descabellada. Por el contrario, es urgente y necesaria.
Las paradojas de una campaña electoral cuyo eje fue la paz, en medio de discursos de confrontación en apariencia irreconciliables, fueron señaladas por Sandra Borda en razonpublica.com. Debería ser evidente que los odios estimulados por el lenguaje a ratos dominante en ambos bandos no son “funcionales para el proyecto de construcción de paz”. Nos estaríamos “alejando” de “una verdadera reconciliación”. Borda le hace eco al mensaje irónico divulgado en las redes sociales: “Después del proceso de paz con las FARC, tendremos que iniciar otro entre el santismo y el uribismo”. Hay que revertir la lógica: no habrá paz pronta, duradera y efectiva en La Habana si no se logra antes la “paz” en Bogotá.
“No se puede imaginar una Colombia reconciliada y en paz sin el aporte del uribismo y de un sector importante del conservadurismo”, expresó Aldo Cívico en El Espectador. Desde lasillavacia.com, Jorge Giraldo advertía que “sería muy grave desconocer la posición del 45 por ciento del electorado”.
“La polarización con que terminó esta campaña –escribió María Jimena Duzán en Semana– no sirve para impulsar ningún clima de reconciliación ni de paz”. Y añadió: “No puede ser que vayamos a firmar la paz con las FARC y no seamos capaces de hacerlo con los uribistas”. Que se sienten a dialogar, fue la invitación del editorial de El Espectador. Y ese diálogo tiene que ser más amplio que entre santistas y uribistas.
El triunfo del presidente Santos representa la refrendación del proceso de paz que el Gobierno adelanta en La Habana. El diálogo con la oposición mal podría estar dirigido a cambiar la política que conquistó la mayoría en las urnas, o pretender que la oposición abandone sus banderas.
El Tiempo, GDA, Colombia