No estoy autorizado para dar a conocer el nombre de un colega y amigo que fue víctima de un secuestro exprés que le dejó secuelas aún no borradas en su mente, pese a que han transcurrido dos años de la experiencia más desagradable que jamás le haya tocado en sus cuatro décadas de vida.
Recuerdo parte de su relato al día siguiente del episodio: “Me tuvieron todo el tiempo apuntando con un arma, con los brazos doblados, los pies sobre mi espalda porque me pusieron boca abajo contra el piso del automóvil, me sentía asfixiado, me golpearon porque en medio del nerviosismo les di mal la clave del cajero electrónico del banco donde tengo mi cuenta…”.
Los causantes de ese trauma seguramente siguen haciendo lo mismo, riéndose de la sociedad, atormentando a la gente, secuestrando y robando. Esa clase de secuestro es uno de los más dramáticos porque los bandidos están con la adrenalina en su máxima expresión y ante cualquier movimiento pueden disparar y matar, o dejar a la víctima con heridas graves e incurables.
Es un delito difícil de castigar porque muy pocos casos son aclarados o sancionados. Luchar contra la delincuencia y la violencia es difícil, mucho más fácil es sancionar el pensamiento, por eso se pasan inventando leyes. Las redes sociales son el espacio de los ciudadanos que no tienen voz. Twitter y Facebook son el refugio de los que antes comentaban en los medios electrónicos que prefirieron suprimir ese espacio para evitar conflictos. Ahora, bajo el amparo del Código Integral Penal piensan castigar la injuria a través de las redes sociales de la misma forma como ocurre con los medios de comunicación, ahora sujetos a una inquisidora ley.
Si esto se concreta, los espacios para la libre expresión de las ideas serán reducidos al extremo de mejor cerrar la cuenta para evitar ir a parar a la cárcel. Aclaro que soy de los que no ofende a nadie en Twitter, solo opino, y sin embargo he sido insultado e injuriado en muchas ocasiones.
No respondo a los insultos porque creo que uno no debe apropiarse de adjetivos que son ridículos. Las redes sociales son para expresar ideas y no para confrontar, además la misma red ofrece varias opciones para evitar que los debates intrascendentes se profundicen.
Una de esas opciones se denomina “unfollow”, algo así como dar de baja a un seguidor o simplemente bloquearlo para evitar que siga inmiscuyéndose en una conversación ajena. En Twitter existe la posibilidad de rodearse de buenas amistades, de gente que comparte los mismos valores, el mismo equipo de fútbol o ciertas preferencias musicales. Es absurdo sentirse ofendido por cada insulto que se lee en redes sociales.
Y detrás de esta “brillante” idea están los mismos de siempre, como por ejemplo ese asambleísta que aseguró que el pajarito azul de Twitter es el mismo símbolo de Facebook.