No hay duda que quienes trascienden más allá de su función son aquellos que, habiéndose entregado al servicio público con verdadero desprendimiento y pasión, concluido su encargo retornan a la vida común convirtiéndose en personas de referencia sobre los grandes asuntos nacionales. Estas reflexiones surgen a raíz de una entrevista realizada al ex presidente chileno Patricio Aylwin, aparecida en el diario El País, quien, a más de sus 90 años, da respuestas claras y lúcidas de lo que fue su gobierno y sobre su crítica etapa de político activo que vivió el golpe militar, la dictadura y luego fue protagonista del período de transición a la democracia chilena. Situado por las circunstancias en un período álgido de la historia de su país tomó las decisiones que consideró pertinentes para, al término de su encargo, no dudar y pasar a ocupar el papel que en su momento le correspondiera. No se trata de hacer un juicio de valor de lo que hizo o dejó de hacer cuando estuvo al frente de ese país, asunto que no nos corresponde peor aún como extranjero de ese estado. Lo que resulta aleccionador es observarlo, en su condición de ex mandatario, ocupar con total dignidad ese papel desde una posición austera en su vida y apropiada en su lenguaje.
Quizás el hecho para muchos no tiene trascendencia pero, en los actuales momentos cuando algunos mandatarios latinoamericanos hacen del show y el improperio parte de su acción política, es reconfortante comprobar cómo algunas personas supieron dar lustre a su encargo sin estrambóticas actuaciones que les hicieran ganar dudosa notoriedad por su disposición para el ridículo. Hasta produce vergüenza ajena contemplar esas intervenciones destempladas del denominado líder de los bolivarianos que en cada aparición surge con alguna sorpresa, ya sea para ponerse a orar a través de los micrófonos o a cantar a capela para terror de los oyentes pero con el aplauso de sus incondicionales.
El poder no es más que servicio y su majestad, entendida como esa capacidad de estar por sobre los otros a causa de un encargo popular, impone ciertos comportamientos en lugar de desafueros. Por eso la austeridad en las formas de un gobernante es casi una condición indispensable para ganarse el respeto. La diferencia entre las condiciones de vida del ex Mandatario chileno reflejadas en la entrevista y los excesos de otros, como la mediática presidenta argentina o su antecesor, son de una diferencia sideral que generan dudas, si no accedieron al poder con fortunas personales hechas en base a su trabajo anterior.
Es necesario retornar a los orígenes y dar relevancia a los cargos a través de los actos de los funcionarios. No se puede reclamar respeto si se hace lo posible para perderlo con actuaciones fuera de tono. El día a día es fundamental para quienes optaron por esa vida, así lo deberán entender hasta el fin de sus días. El riesgo por no hacerlo es caer en el descrédito.