El presidente Correa en el enlace nro. 350, de 30 de noviembre del 2013, expresó: “Universidades que dan clase de 7 a 9 porque los alumnos y los profesores trabajan, en Estados Unidos ni siquiera son universidades, son llamados Community College”. Explico, estos planteles quizás son próximos a los tecnológicos para títulos intermedios, pero no para títulos terminales de carreras en los niveles universitarios tercero y cuarto.
Se refirió a la evaluación de las universidades con sede en el Ecuador, señalando, sobre las que la han impugnado: “Tratan de justificar la mediocridad”; y, puntualizó: “Incluso las universidades que están en categoría A son buenas, pero para el medio. Debemos lograr una Universidad ecuatoriana buena a escala mundial. Tener las mejores universidades del mundo”.
Estas expresiones recientes obligan a recordar lo que se publicó en 2009, cuando estaba debatiéndose la Ley de Educación Superior. En ese entorno,el Presidente recordó que cuando estudiaba en Lovaina, Bélgica, “lloraba de la rabia por la pésima formación” recibida en la Universidad Católica de Guayaquil, mencionando que tuvo “un profesor que en la mañana vendía pollos, y que en la tarde y noche le daba clases”.
Es evidente su convicción de que la Universidad, para ser tal, requiere ser lo más próximo a la dedicación exclusiva de maestros y estudiantes. Seguramente, esa convicción va a guiar las formas de gestión de las cuatro universidades que promueve. La Nacional de Educación en Cañar (Unae), de Investigación de Tecnología Experimental (Yachay), Regional Amazónica (Ikiam), distantes de los centros de mayor población, por lo que habrá que proveer viviendas para docentes y alumnos, de cursos regulares e investigadores. La Universidad de las Artes (Uniartes) si va a estar en Guayaquil. ¿A qué montos ascenderán las inversiones? ¿Cuántos estudiantes podrán recibir? De mi parte, los mejores deseos para las 4 universidades.
Pero hay otras realidades: las de las universidades particulares, cofinanciadas o no, no necesariamente similares en su capacidad de inversión; y, las de universidades estatales, no politécnicas, en que la mayoría de docentes, entre estos quizás los mejores, ejercen sus actividades profesionales, por lo que les será muy difícil convertirse en docentes próximos a la dedicación exclusiva.
Y qué decir de los estudiantes que deben trabajar. Yo lo hice en las tardes, vendiendo libros, desde que estaba en 6° curso de bachillerato, por necesidad, hay miles que quieren estudiar pero requieren trabajar para subsistir ellos y sus familias. Un tema para debatir.
Para nada justificar las universidades de garaje, ni ilícitos, respecto de los cuales el pedido: que haya singularización de infracciones e infractores, para llegar a las más severas sanciones.