Una de esas experiencias que creo que la mayoría de personas que subimos o bajamos al valle ya hemos vivido, la experimentaron un ciento más, el pasado fin de semana. Un sábado cualquiera es comparable. Habíamos terminado el almuerzo y volvíamos hacia la urbe. Un verdadero martirio de más de una hora y ojo, aún no existe el aeropuerto ni los vuelos ni los pasajeros que tendrán que llegar a la ciudad. Auténtico, no ha entrado en funcionamiento, sólo estamos a la espera de este nuevo imán de tráfico, esto, si no tomamos en cuenta los dos tremendos centros comerciales. ¿Será que las abuelitas como lo dijo el alcalde tan fríamente no pueden ir al aeropuerto y por lo tanto, en este caso, tampoco pueden ir a los centros comerciales? Entre los tres novedosos atractivos, las vías existentes no sólo se taponarán sino que colapsarán, ya que, por lo menos deberíamos suponer que la solución municipal para este problema, latente desde ya, debería ser la planificación, inexistente por supuesto y no el control de quienes van o no al terminal aéreo o a las moles de comercio. ¿Cómo solucionar este tema sin reales soluciones a la vista?
Cierto que hay vías alternas que podrán utilizarse pero, ¿cuando estarán listas realmente? Salvando todos los problemas .
Volviendo al sábado en mención, ocurrió un accidente a la altura del Rancho San Francisco alrededor de las 17h00, un cabezal perdió el tráiler en el camino y cerró parcialmente uno de los dos carriles. La interminable fila, a esa hora, comenzaba en el puente cercano a Cumbayá y llegaba hasta el lugar del accidente. Esta descripción, para aclarar que a excepción de la vía que sube por Guápulo y la de Nayón que está destrozada, las otras vías de desfogue, es decir la que llega a los túneles, la de la Avenida de los Granados y la que desemboca en la Simón Bolívar también estaban inhabilitadas. Algunos motoristas optaron por dar vuelta en u, creando aún más peligro y sin control policial alguno salvo un par de uniformados en el accidente mismo. El sábado de descanso se convirtió en un martirio agotador.
La pregunta es: ¿si esto sucede en un día común y corriente, sin ninguno de los centros de servicio para la comunidad abiertos , que sucederá cuando lo estén? ¿La respuesta? Por la inexistente planificación municipal, al clásico ,hoy las vías van para allá, mañana para acá, que ya mismo está la Ruta Viva y el metro también, nada pasará, el caos continuará. La publicidad es mágica, gracias a recreaciones audiovisuales, a fotos bien montadas, el público cree que por lo menos se han iniciado obras, cuando en realidad no hay nada, sino una ciudad en la más completa anarquía, tanto, que hasta el presidente puede insultar al alcalde y este ni se inmuta.