Wilson Granja Portilla
No fuimos el jaguar latinoamericano y tampoco se cumplió el milagro ecuatoriano. La realidad es que la economía ecuatoriana, luego de la aparente bonanza producida por el alto precio del petróleo y administrada por Alianza País, está en crisis y el decrecimiento económico para el 2016 será superior al -2%.
Está bien analizar el pasado para sacar conclusiones pero, sobre todo, para no volver a cometer los mismos errores. Sin embargo, lo responsable en este momento es planificar y buscar las estrategias para salir cuanto antes de la crisis. Obviamente, las estrategias que se formulen deberán concluir en acciones concretas y que se encuadren dentro de un modelo económico incluyente; no solamente para los sectores menos favorecidos, sino también para el sector productivo privado al cual se lo ha mantenido marginado desde principios del correato.
Este modelo deberá partir del respeto y tener como fundamento al menos tres aspectos básicos. En primer lugar, el nuevo modelo requiere de seguridad jurídica e igualitaria para las partes, buscando que el Estado sea el primer defensor de la empresa privada y de los empresarios que, arriesgando su capital, escogieron al Ecuador como destino idóneo para realizar sus actividades comerciales.
En segundo lugar, el país requiere de políticas claras para la inversión extranjera, para el desarrollo del comercio exterior con países que sean verdaderos compradores de los productos que exportamos y no, como es práctica actual, que devengan de la ideología política del actual mandante. Dentro de este contexto, se requiere un gobierno que promulgue la productividad y que sea el verdadero dinamizador de la economía balanceando la actividad que desarrollan las empresas públicas y las del sector privado ya que las empresas privadas siempre competirán en desventaja.
Finalmente: el Estado debe controlar el gasto público y manejarlo de manera transparente. Recordemos que hemos sido un país austero en el gasto y consciente de sus verdaderas capacidades como actor en el mercado financiero internacional, sin que esto signifique perder la soberanía ni el respeto que se merece.
Falta poco más de un año de gobierno y se esperaría que el presidente Correa busque enmendar sus errores ya que el éxito o fracaso de su gobierno tendrá los mismos efectos en la población. Es momento de dejar atrás la ideología y buscar el pragmatismo. También es hora de dejar atrás los egos y trabajar, sincera y honestamente, en un programa nacional en el que primen los acuerdos básicos comunes que son fundamentales en una sociedad moderna y en cualquier país que pretende enmarcarse en la geografía financiera internacional. Todos deseamos que el país salga de la crisis y que los ecuatorianos puedan disfrutar del buen vivir para que este no sea un enunciado más de los tantos que ha recibido en los últimos años.