Si opinamos con equilibrio entre el pensamiento y el sentimiento, la expectativa del pueblo en general será mantener por lo menos la situación que ha prevalecido en este año y la del Gobierno será administrar la crisis para evitar entrar en una fase recesiva de la economía.
Para lo primero, se requiere trabajar mejor en lo privado y lo público, con mayor productividad en todas las áreas y aprovechar los menguados ingresos con mesura y eficiencia. Para lo segundo, el Gobierno debe buscar un nuevo equilibrio en una economía que no crecerá, sosteniendo los puestos de trabajo a fin de que no disminuya el consumo.
La falta de ingresos petroleros determinará iniciar ya un cambio radical y profundo para crecer con base en el esfuerzo sostenido del recurso humano disponible, lo que será bueno para la estabilidad de la economía en el largo plazo. Además ya no habrá lugar al derroche, al desperdicio, si todos actuamos con mesura y racionalidad. Entonces, las medidas populistas mal focalizadas deberán entrar en una disciplina de sinceridad económica que nos dé confianza a todos, dentro y fuera del país.
Mas, la lid electoral será un elemento transversal presente en todas las decisiones. El Gobierno pugnando porque la economía en el 2016 absorba el ‘shock’ del 2015 lo antes posible, de modo que no se afecte a la gente pobre que es su principal clientela electoral y, por su parte, la oposición criticando el manejo político, el autoritarismo y la improvisación para incidir en la opinión pública y acrecentar el voto antigobiernista.
Entonces, el Gobierno y la oposición magnificarán los hechos, mediante la manipulación política en función de la campaña electoral, sin prever las consecuencias negativas que esto produce en la dinámica del desarrollo, porque siempre la mala política genera mala economía.
Como el país vive un clima de confrontación, quizá la preferencia electoral vaya hacia candidatos que supongan tranquilidad y paz creadora, lo que condicionará la selección del candidato de Alianza País, quien podría enfrentar una tarea muy cuesta arriba porque los efectos devastadores de la crisis, sin duda, le restarán votos.
El reto de la oposición será ganar las elecciones no solo de Presidente de la República, sino también la mayoría legislativa. Para esto necesita un candidato que pueda capitalizar tanto el voto anti Alianza País como conquistar el voto positivo con base en una alternativa económica que suponga una esperanza cierta de vivir mejor.
La unidad de la oposición seguirá siendo una quimera mientras persista un autocandidato con dinero suficiente para financiarse una campaña electoral u otro que solo se lanzaría si sus perspectivas de triunfo son ciertas. Pero también habrá quienes continúen su pequeña vida política saludando a la bandera para que sus pocos partidarios se posicionen de alguna manera en el mapa electoral del Ecuador.