La caída del petróleo, se suponía, ayudaría a la reactivación de la economía mundial. Los consumidores de EE.UU., la Unión Europea, Japón y China, entre otros, tienen más dinero en sus bolsillos, con lo que aumenta el consumo y las ventas de las empresas, compensando con creces el bajón sufrido por los países exportadores de materias primas. Pero sucede todo lo contrario: las bolsas de valores caen, se teme un retorno de la Gran Recesión en UE y Japón, y se sospecha que la desaceleración china sea más profunda de lo que se reconoce.
¿A qué se debe este desalentador resultado?
No hay explicación plenamente satisfactoria. El meollo estaría en la debilidad de los bancos, por los largos años de insuficiente rentabilidad debido a bajas tasas de interés, que desalientan los depósitos y motivan a los ahorristas a alimentar el Colchón Bank. Para dificultar la acumulación de efectivo, en Europa contemplan la eliminación del billete de 500 euros. Por razones similares, en el Ecuador el Central no entrega billetes de USD 50 y USD 100.
Para reactivar la economía, algunos países: Japón, Suecia y Suiza, recurren a tasas negativas de interés: si uno compra un bono del Estado o deposita en un banco, le cobran interés, en lugar de pagárselo. Se busca que la gente gaste en lugar de ahorrar, pero queda por verse cuánto se retirará para guardar en casa, y cuánto se queda depositado en el banco, pagando un pequeño interés entendido como costo de custodia.
En la Unión Europea existe un deterioro de la cartera bancaria. Los graves problemas del Deutsche Bank son hoy titular de prensa, y otros bancos no estarían mucho mejor.
En EE.UU. hay una reciente y pujante inversión de desarrollo petrolero, y estas empresas comienzan a sentir los efectos de la caída de precios, que es precisamente lo que busca Arabia Saudita. Las petroleras no lo habían sentido antes porque vendieron su crudo a futuro y esos contratos recién expiran. Esto afecta la economía de Texas y otros estados petroleros e incide en el deterioro de la cartera de los bancos.
Adicionalmente, los países petroleros con grandes fondos de inversión venden sus acciones y bonos para cubrir sus déficits fiscales, todo lo cual incide en la caída de las bolsas de valores.
Pero en gran medida esta caída es materia de expectativas. Se entiende que se desplomen las acciones de bancos y petroleras, pero inaudito que caigan las acciones de las aerolíneas. En 2015 el bajo precio del combustible redujo en USD 11 000 millones los costos de las cuatro mayores aerolíneas estadounidenses, que no bajaron tarifas.
Los principales ganadores serían los países emergentes que no exportan materias primas, puesto que su balanza comercial mejora sensiblemente. La India sería la nueva engreída del capital internacional.