Hasta hace poco, parecía que América Latina había eludido el enorme tiburón blanco del populismo, justo cuando América del Norte y Europa se lanzaban al mar haciendo la vista gorda. Sí, el régimen chavista de Nicolás Maduro continúa encarcelando ciudadanos y destruyendo la economía de Venezuela; y Evo Morales en Bolivia y Daniel Ortega en Nicaragua siguen cambiando las reglas del juego para poder ser reelegidos indefinidamente. Pero la derrota electoral del peronismo kirchnerista pareció marcar un giro en Argentina. Lo mismo hizo la destitución de Dilma Rousseff en Brasil, y el reemplazo de sus fallidas políticas económicas por un enfoque que reconoce que la deuda fiscal y los déficits no pueden continuar aumentando para siempre.
El 2018 es un año crucial para la política en América Latina: se realizan elecciones presidenciales en los tres países de mayor población de la región. Y en Brasil, Colombia y México, la polarización va ganando, con populistas de derecha e izquierda como favoritos en las encuestas.
Colombia tiene las primeras elecciones, en mayo. El expresidente Álvaro Uribe, un populista conservador, se volvió popular propugnando una implacable confrontación armada con los guerrilleros de las FARC, y luego oponiéndose a los acuerdos de paz de 2016. Iván Duque, el candidato que Uribe apoya, lidera en las encuestas, impulsado por la aplastante victoria en las primarias del 11 de marzo, en las que participó el inaudito número de 5,9 millones de electores. Su probable contendor en la segunda vuelta es Gustavo Petro, exguerrillero del M-19, quien fue alcalde de Bogotá. Aunque todavía es posible que otro candidato logre meterse en la segunda vuelta.
Los resultados de las elecciones en Brasil, a realizarse en octubre, son todavía más inciertos.
En el centro de la telenovela política del país se encuentra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien enfrenta 12 años de prisión luego de que en enero una corte de apelaciones confirmara su condena por corrupción. Si bien sigue siendo popular, las posibilidades de que pueda postularse parecen disminuir a diario. Esto deja a los posibles contendores de izquierda –ya sean del propio Partido de los Trabajadores de Lula o de otros partidos– luchando por alcanzar al insólito hombre del momento: Jair Bolsonaro, diputado federal y antiguo paracaidista del ejército, a quien el New York Times describió hace poco como un “provocador de extrema derecha” con una larga historia de “comentarios incendiarios que denigran a las mujeres, las personas de raza negra y los gays”.
En México, donde las elecciones son en julio, no existe segunda vuelta. El candidato que obtiene un voto más que los otros pasa a la Presidencia. Y ese candidato, según sugieren las encuestas, bien podría ser Andrés Manuel López Obrador, universalmente conocido como AMLO, un populista veterano de dos contiendas presidenciales previas. Sin embargo, con el paso de los años parece estar moderando sus postura.