Escribo este artículo mientras presencio de cerca el despegue del transbordador espacial Atlantis. Este no es cualquier despegue, es el último despegue de este transbordador con 30 años de historia, y también es el último vuelo del programa de transbordadores que el Gobierno de los Estados Unidos está cerrando -talvez- para siempre. Este programa que costó miles de millones de dólares ha dejado de tener financiamiento y desde ahora en adelante, iniciativas privadas tomarán la posta. No solo para nuevas investigaciones y aplicaciones del programa de transbordador, sino también para el aprovisionamiento de la Estación Espacial Internacional. Fue una verdadera casualidad, pero digna de ser contada. Más de un millón de personas compraron un boleto para presenciar la historia del último vuelo, pero también para decir adiós a un programa que marcó una época en la historia de los Estados Unidos. En las salas del Centro Espacial Kennedy también está la marca de esa historia y las lecciones aprendidas. Lo más importante: el recuento de esa historia está marcado por un sentido de justicia y de generosidad con los aportes y también los errores del pasado. Creo que es la única forma de ser trascendente y tener una visión de futuro. El Centro cuenta que su programa espacial empezó en medio del temor de la Guerra Fría y algunos indicios de inteligencia que sostenían que los rusos ya habían puesto el primer satélite en el espacio y talvez eran capaces ya de vigilar todos sus movimientos.
Su programa se nutrió del aporte de científicos alemanes que huyeron de la dictadura nacional-socialista, siendo el más destacado de ellos, Werner von Braun. Ellos desarrollaron un sinnúmero de innovaciones que permitió a Estados Unidos tener su primera experiencia en el espacio en 1961. Pero no antes de una serie de fracasos y de la muerte más de 15 astronautas en el camino. Nunca se echaron para atrás. Ahora, han dejado el pasado atrás y Rusia les ha donado una de sus primeras naves espaciales para su exposición. También tienen fotos su primer héroe que viajó al espacio: Yuri Gagarin. Su visión ahora es generar una alianza con varios países y la empresa privada para iniciar una nueva era espacial, mucho más ambiciosa: nuevos planetas, más investigación biológica y talvez viajes comerciales al espacio. En esta iniciativa están la Unión Europea, Rusia, Canadá y Japón. Son los socios ineludibles en todos los programas espaciales tripulados. Es la prueba fehaciente de que el espíritu humano puede lograr todo lo que se propone y de que la cooperación es posible. También es un testimonio de que se logra mucho más reconociendo los errores del pasado y generando espacios compartidos para visiones de futuro. Como dijo alguna vez John F. Kennedy cuando tomó la decisión de enviar un hombre al espacio: “El universo no es un destino más, es el destino”.